En Once, en Palermo y en Retiro los últimos días de junio. En 9 de Julio y Córdoba el primer día de este mes. En Callao al 200 al final de esa semana. En las inmediaciones de la cancha de San Lorenzo, el último caso del que se tiene registro. Al menos seis personas murieron a la intemperie en la ciudad más rica del país desde que empezó la ola polar.

Las tareas de la Red de Asistencia del Gobierno de la Ciudad se multiplican cuando la temperatura obliga, mientras la población en situación de calle crece con la crisis y el ajuste, al ritmo de los operativos para desplazarla. Este accionar tiene un correlato: la creciente presencia de personas sin techo en los hospitales de salud mental. Desde el Borda denuncian que las guardias están «estalladas». Las miradas apuntan a la Ciudad y su intento de «limpiar» las aceras a la vista de los vecinos y las vecinas Lo marginal es invisible a los ojos.


“Los medios dicen que fueron muertes sin signos de violencia. Fueron sin signos de agresiones físicas. Que no es lo mismo que decir sin violencia. Morir de frío es una forma de violencia por el no alcance de las políticas públicas”, contrasta Jorgelina Di Iorio, psicóloga, investigadora del Conicet, parte de Abrigar Derechos e impulsora –con la Asamblea de Personas en Situación de Calle– del Registro Unificado de Violencias (RUV) hacia personas sin techo en Argentina, que presentó un amparo por el tema en 2022.

Según informó el Ejecutivo a cargo de Jorge Macri, hay más de 600 personas trabajando en el Protocolo Invernal para asistir a esta población, cuyo número oficial está muy por debajo del que miden las organizaciones sociales: en abril el GCBA informó 2235 personas en situación de calle en Centros de Inclusión Social (CIS) y 1321 en la vía pública. Para las ONG ya en diciembre había 8028 personas sin techo en CABA, cuyo nivel de indigencia casi se duplicó en el último año. Mientras, organizaciones como Proyecto 7 denuncian que el Ministerio de Capital Humano aún retiene más de 65.000 frazadas en sus depósitos.