viernes, diciembre 24, 2021

FELICES LOS POBRES, por Alejandro Ippolito

 


 


FELICES LOS POBRES

La pareja entro en la confitería y a Mecha se le hizo un nudo en el estómago, una reacción instintiva mezcla de miedo y repulsión.
- Mirá Fini, ahí entraron esos dos de nuevo, ahora digo yo ¿la policía no piensa hacer nada con esta gente?
- ¿Y qué querés que hagan?, Mecha querida, si entran por una puerta y salen por la otra. Además no te olvides que últimamente ser pobre parece un título nobiliario, tienen más beneficios que nosotras estos mal nacidos.
Mecha y Fini iban siempre a tomar el té con masas a la misma confitería del Paseo del Sol y los últimos 4 días habían visto como esa pareja desalineada y sucia entraba a pedir agua o algo para comer al lugar donde ellas pretendían pasar una tarde agradable y sin sobresaltos. Mecha revolvía su té tan intensamente que estaba a punto de volcarse.
- Tranquilizate mi vida que te va a dar algo, fijate que ahora le dan un par de medialunas viejas y estos dos se van lo más contentos – le dijo Fini a su amiga como para que no le diera un ataque de nervios.
- ¡Pero es que no hay derecho! – exclamó Mecha que no acostumbraba a alzar la voz porque era una señora bien educada – una no puede estar tranquila, tomando el té con una amiga de toda la vida, en paz como Dios manda ¿qué tienen que estar dando vueltas como las moscas estos mantenidos del Estado?
- Tenés razón, Mechita querida, ¿pero qué le vamos a hacer? hasta que no se vayan los de arriba nos tenemos que aguantar a los de abajo…
- ¡Pero por qué los tenemos que aguantar! – la interrumpió Mecha totalmente fuera de sí – ¿dónde está escrito que hay que soportarlo? Decime por favor, nos conocemos de toda la vida Fini, hermosa de mi alma, decime ¡cuándo se ha visto algo semejante! Esto con los militares no pasaba ¿o me equivoco?
- Pero por supuesto, Mechi, en aquellos tiempos una podía vivir tranquila, éstos ni asomaban la cabeza por estos barrios pero ahora, yo no sé, parece que salen de debajo de las baldosas. Y por supuesto que ella está preñada, fijate la panza que tiene, capaz que lo larga ahora, entre las mesas…
- ¡Callate por favor, Fini, que me va a dar algo! – suplicó Mecha soltando la masa sobre el mantel - ¡ni lo menciones, que estamos comiendo por Dios! Estas negritas son todas iguales, se embarazan para cobrar la asignación esa, por hijo o como se llame, con eso y una plancito para el vago del marido viven mejor que nosotras seguramente.
- No te lo puedo creer – exclamó Fini tapándose la boca con la servilleta a modo de barbijo – como si fuéramos pocos ahora entró el nenito mugriento ese que vende flores. No, si es como te decía ayer, a esta confitería no se puede venir más, la próxima nos quedamos en casa y que el té lo prepare la muchacha aunque le sale bastante horrendo, por lo menos es más tranquilo que acá que te queda todo atragantado.
El nene de las flores se acercó a la mesa de las señoras y con una sonrisa que se habría paso entre los manchones de tierra - que se terminan haciendo barro con las lágrimas – dejó una rosa sobre el mantel y se quedó esperando.
Mecha alejó un poco la silla y con una mueca, que intentó ser simpática y terminó convirtiéndose en asco, le indicó al pequeño entre ademanes que la sacara de allí, que no querían ninguna flor, que gracias y muchas felicidades.
El chiquito no desdibujó su sonrisa en ningún momento, miró las masas por un segundo y las señoras se quedaron muy quietas esperando que aquella amenaza se alejara.
- Dios mío, Fini, paguemos y nos vamos ya por favor – suplicó Mecha visiblemente alterada – te juro que hago el esfuerzo pero ésto es mucho, dejemos de venir por un tiempo hasta que cambie la cosa.
Fini, con gesto delicado llamó al mozo mientras de reojo seguía los movimientos de la pareja que aguardaba cerca del mostrador. Ella tenía el pelo muy negro, largo, cubierto con un pañuelo. Fini se sorprendió considerándola bella, la serenidad del rostro de aquella mujer la inquietó, algo en su interior entró en conflicto y la hizo sentir incómoda. Como para despejar cualquier piedad en ese momento le dijo a su amiga mientras apuraba el último sorbo del té que ya se había enfriado
- Ella debe ser gitana, o algo así, tiene rasgos árabes, tené cuidado con la cartera Mecha por favor que ya sabemos cómo es esa gente.
- Indocumentados, ilegales, bolivianos no parecen, tenés razón que parecen árabes ¡lo que nos faltaba! – dijo Mecha mientras se ponía de pie apretando su abrigo y la cartera contra el pecho.
El niño de las flores terminó su recorrido entre las mesas, se acercó a la mujer que esperaba junto a su esposo que el mozo le trajera algunas sobras que se demoraban y mirándola muy dulcemente la besó en el vientre, luego le regaló la rosa que había intentado vender sin éxito y salió a la calle para perderse entre la gente.
Mecha y Fini salieron tomadas del brazo tratando de pasar lo más lejos posible de la pareja que tanto las incomodaba. De todas formas alcanzaron a escuchar que la mujer le decía al mozo que esperaba para esos días, el 23 o el 24 de Diciembre y que sería un varón.
- Otro vago más – murmuró Mecha mientras salían a la calle – otro cartonero con netbook y dale que va. Mirá Fina diga que viene la Navidad y una está como más sensible sino ya me iban a escuchar esos dos vagos. Pero claro, si te plantás y les decís tres o cuatro verdades después te crucifican.
- Tenés razón Mecha, mañana tomamos el té en casa y de paso planificamos la Nochebuena ¿vas a hacer ese pionono que te sale tan rico? Yo te paso a buscar para la misa porque ese día tengo el auto.
La pareja salió de la confitería con unas facturas de ayer envueltas en una servilleta, ella llevaba una rosa apretada sobre el vientre.
 

Por Alejandro Ippolito




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails