jueves, marzo 12, 2015

El único peligro para el pueblo de Estados Unidos está en Estados Unidos, por Adolfo Pérez Esquivel *



La declaración de Venezuela como una amenaza para la Seguridad Nacional de Estados Unidos es un formalismo que siempre ha usado ese país para realizar embargos económicos y una posterior intervención militar en diversos países alrededor del mundo.
Han intentado invadir Cuba y fueron derrotados, han intentado vencerla con bloqueo económico y han sido derrotados. El mismo presidente Obama lo reconoció abriendo una nueva etapa de diálogos con la Isla. ¿Por qué ahora intentar hacer lo mismo con otro país latinoamericano? Nadie niega que hay serios conflictos y un incremento de la violencia en Venezuela pero ¿Acaso alguien puede creer que represente un peligro para el pueblo estadounidense o algún otro país del mundo? ¿Porqué EEUU se contradice deliberadamente en sus injerencias externas? ¿No hay acaso una clara crisis humanitaria en México que obvia mencionar?
Si se trata de violaciones a DDHH, los países latinoamericanos debemos declarar a EEUU, sus injerencias y sus bases militares una amenaza para todos los pueblos de la región. Pero Nuestra América es una región solidaria y de paz, no pretendemos invadir a nadie, sólo queremos respeto a nuestra soberanía y nuestra autodeterminación.
La situación de Venezuela debe resolverse en el marco de sus instituciones democráticas y con colaboración de nuestros organismos regionales. Así lo ha hecho, por ejemplo, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), con su reciente visita a Caracas, la cual fuera apoyada por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon. En su visita, la UNASUR ha reconocido intentos de desestabilización en Venezuela para interrumpir la cadena de legitimidad democrática lo que explica, entre otras cosas, las situaciones de desabastecimiento económico.
El único peligro para el pueblo de Estados Unidos está en Estados Unidos. Son los lobbys corporativos militares y financieros, que consideran que una región sin guerras y con recursos que no pueden controlar, es un peligro para sus intereses económicos y de poder profundamente antidemocráticos. Sectores que se sustentan en el ataque a otros pueblos, en la desinformación y utilización del pueblo norteamericano pudiente y de piel blanca, y del empobrecimiento, encarcelamiento y persecusión de los norteamericanos e inmigrantes de piel oscura.
Venezuela tiene la mayor reserva de petróleo del mundo, es el cuarto suplidor de crudo de EEUU, fortalece su economía real, sus políticas sociales y ha logrado una revolución democrática y bolivariana a fuerza de elecciones que han sido declaradas por el ex presidente norteamericano, James Carter, como una de las más transparentes del mundo. A lo que se debe agregar haber sido el primer país en la historia de los Estados Nación en crear un referéndum revocatorio y en aplicarlo. Esta declaración de Obama es la única forma de aislar políticamente a una Venezuela digna y solidaria, que a pesar de los ataques, desde el año 2007 envía petróleo para la calefacción gratuita de millones de personas de los sectores populares de 16 estados norteamericanos a través de su filial norteamericana CITGO.
Si el gobierno norteamericano quiere hablar de Paz para su pueblo, el Congreso debe derogar la Ley de sanciones a Venezuela 2014 y Obama debe anular la declaración de Venezuela como amenaza a la seguridad nacional.
Por su parte, la CELAC, la UNASUR y el MERCOSUR deben defender a Venezuela de estas agresiones norteamericanas. Maduro fue bien claro en su discurso ante todos los bloques parlamentarios “nadie podrá detener que este año 2015 haya elecciones parlamentarias, y si perdemos, perdemos, si ganamos, ganamos, pero son los venezolanos los que tomarán la decisión. Aquí no pisará la bota norteamericana”.

*Adolfo Pérez Esquivel (Buenos Aires, Argentina, 26 de noviembre de 1931) es un activista argentino destacado como defensor de los Derechos Humanos y del Derecho de Autodeterminación de los Pueblos; defensor de la no-violencia y de la lucha pacíficapor la justicia y la libertad, así como proponente de la teología de la liberación.
En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por su compromiso con la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos por medios no-violentos frente a las dictaduras militares en América Latina. En su discurso de aceptación1 le afirmó al mundo que no lo asumía a título personal sino "en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad".

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