Una sombra maldita es el título del nuevo libro del escritor y periodista quilmeño MiguelAngel Morelli, de reciente aparición. Pero, a diferencia de sus obras anteriores, esta vez se trata de un texto dedicado a la platea infantil. “Ha sido mi primera experiencia en estas lides –explica el autor-, y llegué seguramente impulsado por mi rol de abuelo. Toda una vida intentando dominar la palabra, especialmente la poética, para venir a descubrir ahora que la palabra más clara es aquella a la que acceden los niños.
Después el lenguaje se nos va enturbiando, escondiendo detrás de las veladuras propias del hacer de los adultos. Picasso decía que se había pasado la vida intentando volver a pintar como un niño, y Borges alguna vez confesó que con el tiempo solo le preocupaba la simpleza. Simpleza que no implica falta de complejidad, desde luego, porque el universo infantil es cualquier cosa menos lineal”.
El libro de Morelli es una recreación libre de El ombú, el célebre cuento de Guillermo Enrique Hudson. “La propuesta que nos hicieron los editores fue la de contarles a los chicos, a través de un texto propio, al menos el espíritu, el clima de una obra clásica. No recrearla propiamente, pero sí filtrarla en nuestro texto. Yo elegí a Hudson porque creo que los argentinos seguimos en deuda con él, uno de los mayores prosistas de la lengua inglesa de los siglos XIX y XX, pero que paradójicamente nació en Quilmes y jamás escribió sobre otro asunto que no fuera nuestro país”.
Cuando le preguntamos sobre la principal dificultad con la que tropezó al tener que trasladar al lenguaje infantil un texto “fuerte” como es el de Hudson, Morelli se toma su tiempo antes de respondernos. Después reflexiona: “La primera dificultad fui yo mismo, claro, mi propia inexperiencia. Uno se desplaza dentro de determinados registros lingüísticos que, invariablemente, a medida que pasa el tiempo van excluyendo lo extraño. Lo extraño, para mí, era el decir de los más chicos, su propio registro. Muchas veces, cuando escuchamos hablar a un docente, le encontramos un tono aniñado; pues bien, se trata de la pregnancia propia del lenguaje. A medida que vamos perdiendo trato con los chicos, vamos perdiendo esa coloratura. Podría decir que tuve que recuperarla, cosa que espero haber logrado… El cuento de Hudson es, efectivamente, muy directo y cruel (raro en alguien de una prosa tan delicada como lo es la suya), de modo que ahorré descripciones, resigné detalles. Sin embargo, no suprimí los hechos en sí, porque nada nos indica que el universo de los niños sea menos violento que el de los adultos. Al contrario, la literatura infantil es una herramienta formidable para preparar a aquello que en no mucho tiempo tendrán que enfrentar un mundo cada día más hostil”.
Una sombre maldita fue ilustrado por otro quilmeño, el maestro Osvaldo Viola (Oswal), de dilatada trayectoria como historietista dentro y fuera de nuestro país, y formador además de varias generaciones de artistas. Como se recordará, Oswal fue el creador de Sonoman, el primer superhéroe argentino, que durante una década hizo las delicias de los fanáticos del género desde las páginas de Anteojito.
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