El señor Gobernador con su impronta conciliadora y amigable, de la que ha sabido hacer un culto sentándose a la mesa de cuánto opositor al proyecto político que lo llevó a la vicepresidencia primero y dos veces a la gobernación, ha dado una vez más muestras de lo que sus acólitos seguidores llaman coraje.
Las reiteradas fotos con personajes que están en las antípodas del gobierno del que forma parte, oportunamente publicadas y su consabida justificación ha sido la gran definición política de Scioli.
Sin demasiado discurso, él mismo se excusó de su paupérrima dialéctica en la mesa de la señora de los almuerzos diciendo que no tiene discurso porque no es un dirigente político hace dos veranos, sin una gestión que pueda respaldarlo, la Provincia de Buenos Aires está a un tris de convertirse en inviable, siendo la más rica del País, Scioli ha sabido mantenerse en el inconsciente colectivo como el número puesto para ganar cualquier elección.
Este lugar que no tiene más mérito que el, ya nada oculto, blindaje mediático y sus relaciones sociales entre la farándula y la oposición lo tienen siempre en el gris que necesitan las corporaciones para cristalizar su tan mentada esperanza blanca.
La cena que Julio Cobos dio a conocer tan oportuna y deslealmente (¿?) y que el entorno sciolista se ha ocupado de negar tres veces antes del amanecer, marcan una bisagra en la resbalosa posición del Gobernador.
En un año electoral, adónde el “no positivo” parece haber quedado en la historia, el ex vicepresidente vuelve a estar en el candelero con otra actitud que marcará indefectiblemente la próxima jugada.
Negar la conducta díscola de Scioli respecto del Gobierno Nacional es de una ingenuidad que rayana el ridículo, muy parecida a la de pensar que Sergio Massa, aquel que supo defenestrar sin dudar a Kirchner frente al Departamento de Estado Yankie, puede constituirse en referencia del campo Nacional y Popular solo por las encuestas a su favor. Las necesidades coyunturales pueden arrastrarnos al pragmatismo una vez más, pero corremos el riesgo de entregar diez años de construcción política a las manos de personajes que reniegan de la política como herramienta de transformación social y amparándose en un supuesto ascetismo ideológico, indicado para la anestesia inoculada durante décadas por el aparato mediático a una sociedad que no termina de despertar del letargo, serán indefectiblemente serviles a las corporaciones que este proyecto político se ha propuesto combatir.
Scioli fotografiándose junto a aquellos que no dudan en insultar descaradamente a la Presidenta para luego emitir un tibio rechazo despersonalizado a todo aquello que genere “confrontación”, Massa dejando que de él se hable y coqueteando de un lado y otro del péndulo buscando su mejor posición para dar el zarpazo que lo catapulte como protagonista indiscutido de los próximos años deberían al menos encender una luz amarilla en la militancia y la intelectualidad que constituye el colectivo que comenzó a construir Néstor Kirchner en 2003.
El momento de dar un salto cualitativo en la manera de construcción política parece acercarse, habrá que ver qué dirigentes están a la altura de la circunstancia y cuáles recurrirán al viejo y nunca bien ponderado pragmatismo coyuntural que indefectiblemente dará la espalda al sueño propuesto por Néstor aquel 25 de mayo de 2003 en el que la Patria por fin comenzó a ser una realidad efectiva.
*Secretaria General de Causa Peronista Provincia de Buenos Aires.
danybv@hotmail.com
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