El Ceibo en el Taller de Trabajo en Pune, India Abril de 2012
http://www.youtube.com/watch?v=6nA8ZWf04gk&feature=youtu.be
Rafael Nejamkis, de Amanecer, una de la cooperativas más grandes de la ciudad, explica que la recolección diferenciada “se logró a través de la ley 922 y la Ley de Basura Cero, y a través del pliego de licitación de residuos, que quedó dividido uno para la basura, cuya recolección queda a cargo de las empresas de recolección como Cliba y Urbasur, y un pliego de recolección de reciclables que quedó íntegramente a cargo de las cooperativas de cartoneros”.
Sin embargo, el fracaso de las políticas de concientización de la ciudadanía por parte del Ejecutivo porteño y la inacción de las autoridades del resto del país respecto de la situación de absoluta informalidad de quienes se ven obligados a recolectar, instó a 70 cooperativas de todo el país a realizar el Primer Encuentro Nacional de Recuperadores Urbanos, bajo el auspicio del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. El movimiento busca lograr la dignificación del trabajador del reciclado y que se respeten los derechos laborales y sociales, en el marco de la elaboración de una ley nacional de reciclado (ver recuadros).
El mes pasado, 10.000 toneladas de basura se acumularon en las callecitas porteñas debido a dos conflictos: recuperadores en el centro de José León Suárez del CEAMSE cortaron el acceso al Relleno Sanitario Norte en reclamo de un ingreso mensual para dejar de depender de lo que puedan llegar a encontrar en la basura. Además, el gobierno bonaerense le puso al porteño un ultimátum para que cumpliera con la Ley de Basura Cero y la reducción de residuos: al relleno sanitario Norte 3, el único que tiene algo de capacidad, le queda alrededor de dos años de vida útil.
Según las proyecciones de la Ley de Basura Cero pensadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, para el 2011 habría un envío de 1.048.359 toneladas de basura a los terrenos que la Coordinación Ecológica Área Metropolitana (CEAMSE) destina para la ciudad. Sin embargo, las toneladas enviadas en el mismo período duplicaron las previsiones: fueron 2.227.772. En la actualidad, los porteños generan 5.000 toneladas de basura diaria. El CEAMSE le cobra a la ciudad 310 pesos por tonelada. Y un reciclador recupera 150 kilos de residuos por día: en veinte días de trabajo al mes habrá reunido un total de tres toneladas. O sea, le ahorra a la ciudad 930 pesos en gastos de gestión de residuos.
En Capital resta por formalizar a unos 4.000 trabajadores. “Los cartoneros formalizados tienen un incentivo laboral de 1.100 pesos a cambio de cumplir normas como no trabajar con chicos y dejar la zona de trabajo limpia. El sueldo del recuperador se conforma con ese incentivo sumado al material que vende, que semanalmente ronda los 400 pesos”, enumera Nejamkis con la intención de resaltar las diferencias con el resto del país, donde no ocurre lo mismo. Además, destaca que “contamos con guardería para 200 chicos que funciona en el turno noche”.
Los cartoneros del MTE se organizan en cuadrillas de entre 60 y 70 personas cada una. Cada cuadrilla trabaja con un colectivo y un camión y comienza la jornada de trabajo partiendo desde su barrio alrededor de las 17 horas. Cada grupo tiene una zona de trabajo y cada cartonero recupera material en un radio de 5 a 15 cuadras según un recorrido fijo. Pero si bien cada vez son más los vecinos que, por conciencia ambiental y social, entregan los materiales reciclables separados de los húmedos, “todavía tenemos que avanzar en este sentido –dice Nejamkis–, ya que el grueso del material es extraído directamente de las bolsas de residuos”. Una tarea insalubre pero, de no hacerla, estos materiales no serían reciclados, lo que generaría un inmenso costo ambiental. En la actualidad se recupera todo tipo de materiales incluyendo papel, cartón, plásticos, metales, film y nailon. Además de aprovecharse los muebles rotos y electrodomésticos descompuestos, que luego son reparados y comercializados en diferentes ferias.
En la provincia de Buenos Aires, 30.000 cartoneros trabajan sin que un programa provincial los incluya. Algunas experiencias de programas de inclusión masiva fueron puestas en marcha en distritos como Morón pero aún no lograron revertir la situación general. En el partido de San Martín, donde está ubicado el predio del CEAMSE, pueden verse miles de personas día tras día haciendo la recolección directamente en el basural en condiciones infrahumanas. Y si bien existen plantas sociales en las que trabajan alrededor de 500 cartoneros, los mismos realizan sus labores en pésimas condiciones. Si a esto se le agrega que muchos carreros son perseguidos por estar prohibida la tracción a sangre, el cuadro es aún más complejo.
En otras provincias, la problemática no difiere de la del conurbano bonaerense. En Santa Fe sólo existen tres cooperativas precarias pero ningún programa oficial. Sobre un total de 9.000 cartoneros, 3.000 recorren la ciudad capital recolectando alrededor de 20 toneladas diarias. El 70 por ciento junta la basura en carros a tracción, el 10 por ciento lo hace en bicicleta y el 20 restante, por otros medios. Sólo 60 de los 9.000 cartoneros se encuentran cooperativizados. En Rosario, desde que apareció la campaña “Basta de TAS” (tracción a sangre), se multiplicaron las confiscaciones de carros, dejando sin salida laboral a los cartoneros.
En la provincia de Córdoba, la problemática no cambia. Con aproximadamente diez cooperativas, sólo hay un programa (Centro Verde) para 150 cartoneros que están agrupados en dos cooperativas que reciben el material de la recolección diferenciada realizado por empresas privadas: alrededor de 6 toneladas por día, cuando podrían estar acopiando unas 500. La recolección diferenciada se realiza de día y sólo en la ciudad hay unos 3000 carreros y unos 300 cartoneros incorporados a las cooperativas.
Cristina Lescano, presidenta de la Cooperativa El Ceibo –el primer gran centro verde porteño en hacer separación en origen puerta a puerta– es una de las voces más autorizadas para referirse a la problemática de la basura: “El Ceibo tiene su propia logística para trabajar en la separación. Y si bien el Gobierno de la Ciudad ha logrado incorporar a muchos trabajadores, desde el Pro no nos asisten con determinados gastos que debemos costear, como el gasoil. Nos regalaron un camión nuevo para recolectar que no cumple con las normativas para circular porque tiene cinco centímetros de más y no entra por determinados puentes. Cuando les dije que no era lo mejor, me dijeron: ‘Antes no tenías nada’”, explica Lescano mientras da indicaciones a los 60 trabajadores que, codo a codo, realizan una tarea sumamente valiosa para el tratamiento de los residuos. “No están muy interesados en nosotros ni en nada de esto. Creemos que para ellos es mucho más negocio enterrar la basura. Nosotros le enseñamos al vecino a separar y eso lo hacemos gratis. Diez años nos llevó que aprendan el proceso de separación, y ellos son los principales actores de esta iniciativa. Todo el material que entra a El Ceibo es material seco, todo se recupera”, dice Lescano, que considera a la planta donde trabaja su lugar en el mundo. “Luego de estar tantos años en las calles, el gobierno de Néstor Kirchner nos regaló este lugar para poder trabajar con dignidad”.
La necesidad de un Programa Nacional de Reciclado que tenga a los cartoneros como principales actores aparece en el horizonte como la principal meta de este incipiente movimiento de trabajadores que, según la mirada de Lescano, “son los únicos que le pueden dar una solución al caos cotidiano en el que se encuentra la ciudad a la hora de decidir qué hacer con la basura generada. En vez de hacer propagandas inútiles que salen millones de pesos, deberían asistirnos de acuerdo a toda la cadena de actividades que emprenden los recuperadores de residuos día tras día”. Para Nejamkis, entre otras cosas, se debe cambiar la lógica de algunos programas municipales: “Pretenden que las cooperativas que realizan recolección de reciclables se sostengan sólo con la venta de esos materiales, mientras pagan a las empresas de recolección de basura cuantiosas sumas por un trabajo similar”.
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Este monto será destinado a las provincias y a los municipios que presenten programas de tratamiento de los mismos de acuerdo a las condiciones y metas que la autoridad de aplicación –la Secretaría de Medio Ambiente– disponga, y que promueva la inclusión formal de los recuperadores.
Surgieron con la crisis como la última forma de supervivencia honesta. Diez años después, convertidos en recuperadores, organizados en cooperativas, con trabajo formal y capacitación, son un ejemplo de persistencia y la clave para solucionar el dramático problema de la basura. Sus logros y reclamos a los gobiernos. Mirá la galería de fotos.
Aquellos cartoneros que empezaron a caminar las calles y a revisar la basura una vez desatada la crisis política y financiera de 2001 lograron, en la actualidad, ubicarse en un panorama muy distinto al del “sálvese quien pueda” individual que los empujó a buscar trabajo en los restos: de la marginalidad absoluta y las condiciones de trabajo indignas pasaron a la organización formal y son, además, los actores clave para la solución a una problemática cada vez más difícil de controlar: qué hacer con los residuos urbanos. Ante la imperiosa necesidad de empezar a reciclar la basura en el lugar de origen, los recicladores proponen un “contacto directo” con los vecinos para la separación y la recolección diferenciada. Cerca de 4.000 cartoneros se encuentran cooperativizados en la ciudad de Buenos Aires que, pese a las deficiencias de su política para la basura y la cantidad de personas que siguen trabajando en la informalidad (otros 4.000), es la que acumula más experiencia en reciclado.
La ciudad de Buenos Aires es el primer municipio de Latinoamérica en reconocer formalmente a los cartoneros y a las cooperativas de recuperadores como los principales actores en la recolección diferenciada. Las principales son Amanecer de los Cartoneros –del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)–, Las Madreselvas, Recuperadores Urbanos del Oeste, El Álamo, El Ceibo, Cooperativa del Oeste, Cooperativa Baires 0 Con, Cooperativa Trabajo y Dignidad y la Cooperativa Obreros del Cartón.
Rafael Nejamkis, de Amanecer, una de la cooperativas más grandes de la ciudad, explica que la recolección diferenciada “se logró a través de la ley 922 y la Ley de Basura Cero, y a través del pliego de licitación de residuos, que quedó dividido uno para la basura, cuya recolección queda a cargo de las empresas de recolección como Cliba y Urbasur, y un pliego de recolección de reciclables que quedó íntegramente a cargo de las cooperativas de cartoneros”.
Sin embargo, el fracaso de las políticas de concientización de la ciudadanía por parte del Ejecutivo porteño y la inacción de las autoridades del resto del país respecto de la situación de absoluta informalidad de quienes se ven obligados a recolectar, instó a 70 cooperativas de todo el país a realizar el Primer Encuentro Nacional de Recuperadores Urbanos, bajo el auspicio del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. El movimiento busca lograr la dignificación del trabajador del reciclado y que se respeten los derechos laborales y sociales, en el marco de la elaboración de una ley nacional de reciclado (ver recuadros).
El mes pasado, 10.000 toneladas de basura se acumularon en las callecitas porteñas debido a dos conflictos: recuperadores en el centro de José León Suárez del CEAMSE cortaron el acceso al Relleno Sanitario Norte en reclamo de un ingreso mensual para dejar de depender de lo que puedan llegar a encontrar en la basura. Además, el gobierno bonaerense le puso al porteño un ultimátum para que cumpliera con la Ley de Basura Cero y la reducción de residuos: al relleno sanitario Norte 3, el único que tiene algo de capacidad, le queda alrededor de dos años de vida útil.
Según las proyecciones de la Ley de Basura Cero pensadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, para el 2011 habría un envío de 1.048.359 toneladas de basura a los terrenos que la Coordinación Ecológica Área Metropolitana (CEAMSE) destina para la ciudad. Sin embargo, las toneladas enviadas en el mismo período duplicaron las previsiones: fueron 2.227.772. En la actualidad, los porteños generan 5.000 toneladas de basura diaria. El CEAMSE le cobra a la ciudad 310 pesos por tonelada. Y un reciclador recupera 150 kilos de residuos por día: en veinte días de trabajo al mes habrá reunido un total de tres toneladas. O sea, le ahorra a la ciudad 930 pesos en gastos de gestión de residuos.
En Capital resta por formalizar a unos 4.000 trabajadores. “Los cartoneros formalizados tienen un incentivo laboral de 1.100 pesos a cambio de cumplir normas como no trabajar con chicos y dejar la zona de trabajo limpia. El sueldo del recuperador se conforma con ese incentivo sumado al material que vende, que semanalmente ronda los 400 pesos”, enumera Nejamkis con la intención de resaltar las diferencias con el resto del país, donde no ocurre lo mismo. Además, destaca que “contamos con guardería para 200 chicos que funciona en el turno noche”.
Los cartoneros del MTE se organizan en cuadrillas de entre 60 y 70 personas cada una. Cada cuadrilla trabaja con un colectivo y un camión y comienza la jornada de trabajo partiendo desde su barrio alrededor de las 17 horas. Cada grupo tiene una zona de trabajo y cada cartonero recupera material en un radio de 5 a 15 cuadras según un recorrido fijo. Pero si bien cada vez son más los vecinos que, por conciencia ambiental y social, entregan los materiales reciclables separados de los húmedos, “todavía tenemos que avanzar en este sentido –dice Nejamkis–, ya que el grueso del material es extraído directamente de las bolsas de residuos”. Una tarea insalubre pero, de no hacerla, estos materiales no serían reciclados, lo que generaría un inmenso costo ambiental. En la actualidad se recupera todo tipo de materiales incluyendo papel, cartón, plásticos, metales, film y nailon. Además de aprovecharse los muebles rotos y electrodomésticos descompuestos, que luego son reparados y comercializados en diferentes ferias.
En la provincia de Buenos Aires, 30.000 cartoneros trabajan sin que un programa provincial los incluya. Algunas experiencias de programas de inclusión masiva fueron puestas en marcha en distritos como Morón pero aún no lograron revertir la situación general. En el partido de San Martín, donde está ubicado el predio del CEAMSE, pueden verse miles de personas día tras día haciendo la recolección directamente en el basural en condiciones infrahumanas. Y si bien existen plantas sociales en las que trabajan alrededor de 500 cartoneros, los mismos realizan sus labores en pésimas condiciones. Si a esto se le agrega que muchos carreros son perseguidos por estar prohibida la tracción a sangre, el cuadro es aún más complejo.
En otras provincias, la problemática no difiere de la del conurbano bonaerense. En Santa Fe sólo existen tres cooperativas precarias pero ningún programa oficial. Sobre un total de 9.000 cartoneros, 3.000 recorren la ciudad capital recolectando alrededor de 20 toneladas diarias. El 70 por ciento junta la basura en carros a tracción, el 10 por ciento lo hace en bicicleta y el 20 restante, por otros medios. Sólo 60 de los 9.000 cartoneros se encuentran cooperativizados. En Rosario, desde que apareció la campaña “Basta de TAS” (tracción a sangre), se multiplicaron las confiscaciones de carros, dejando sin salida laboral a los cartoneros.
En la provincia de Córdoba, la problemática no cambia. Con aproximadamente diez cooperativas, sólo hay un programa (Centro Verde) para 150 cartoneros que están agrupados en dos cooperativas que reciben el material de la recolección diferenciada realizado por empresas privadas: alrededor de 6 toneladas por día, cuando podrían estar acopiando unas 500. La recolección diferenciada se realiza de día y sólo en la ciudad hay unos 3000 carreros y unos 300 cartoneros incorporados a las cooperativas.
Cristina Lescano, presidenta de la Cooperativa El Ceibo –el primer gran centro verde porteño en hacer separación en origen puerta a puerta– es una de las voces más autorizadas para referirse a la problemática de la basura: “El Ceibo tiene su propia logística para trabajar en la separación. Y si bien el Gobierno de la Ciudad ha logrado incorporar a muchos trabajadores, desde el Pro no nos asisten con determinados gastos que debemos costear, como el gasoil. Nos regalaron un camión nuevo para recolectar que no cumple con las normativas para circular porque tiene cinco centímetros de más y no entra por determinados puentes. Cuando les dije que no era lo mejor, me dijeron: ‘Antes no tenías nada’”, explica Lescano mientras da indicaciones a los 60 trabajadores que, codo a codo, realizan una tarea sumamente valiosa para el tratamiento de los residuos. “No están muy interesados en nosotros ni en nada de esto. Creemos que para ellos es mucho más negocio enterrar la basura. Nosotros le enseñamos al vecino a separar y eso lo hacemos gratis. Diez años nos llevó que aprendan el proceso de separación, y ellos son los principales actores de esta iniciativa. Todo el material que entra a El Ceibo es material seco, todo se recupera”, dice Lescano, que considera a la planta donde trabaja su lugar en el mundo. “Luego de estar tantos años en las calles, el gobierno de Néstor Kirchner nos regaló este lugar para poder trabajar con dignidad”.
La necesidad de un Programa Nacional de Reciclado que tenga a los cartoneros como principales actores aparece en el horizonte como la principal meta de este incipiente movimiento de trabajadores que, según la mirada de Lescano, “son los únicos que le pueden dar una solución al caos cotidiano en el que se encuentra la ciudad a la hora de decidir qué hacer con la basura generada. En vez de hacer propagandas inútiles que salen millones de pesos, deberían asistirnos de acuerdo a toda la cadena de actividades que emprenden los recuperadores de residuos día tras día”. Para Nejamkis, entre otras cosas, se debe cambiar la lógica de algunos programas municipales: “Pretenden que las cooperativas que realizan recolección de reciclables se sostengan sólo con la venta de esos materiales, mientras pagan a las empresas de recolección de basura cuantiosas sumas por un trabajo similar”.
El balance del Primer Encuentro de Recuperadores Urbanos tiene entre sus metas abarcar las situaciones de los cartoneros que trabajan en basurales, vertederos y a los cartoneros que trabajan con carro y caballo. Para ellos, “Sin cartoneros no hay Basura 0”. Y tienen razón: los cartoneros y sus organizaciones reciclan el 92 por ciento de todo el material que se recicla en la Argentina.
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Cifras sin desperdicio
70 cooperativas de todo el país se reunieron en el Primer Encuentro Nacional de Recuperadores Urbanos.
2.227.772 toneladas de basura envió la ciudad de Buenos Aires al CEAMSE en 2011.
150 kilos de residuos procesa un reciclador por día:
3 toneladas al mes.
2 años de “vida útil” le quedan al Relleno Sanitario Norte 3, el último lugar para disponer de la basura del área metropolitana.
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Opinión
Una diferencia visible
Por Olmo Calvo Rodríguez
Fotógrafo del periódico español Diagonal e integrante de la cooperativa Subcoop, integrada por argentinos y españoles
En el 2005 no había cartoneros en Madrid. Cuando llegué a Buenos Aires, algunas zonas de la ciudad guardaban aspectos muy parecidos a los de la capital española. Pero los cartoneros eran una diferencia visible. Me llamaba la atención cómo eran parte del paisaje urbano. Estaban naturalizados por la sociedad y su presencia no parecía inquietar a los vecinos de clase media, acostumbrados a ver a cientos de personas sobrevivir reciclando lo que ellos tiraban. Entonces hice un reportaje fotográfico, “De profesión cartonero”, donde describía la situación. Increíblemente, hoy en Madrid se empiezan a ver los escollos de la crisis que atraviesa toda Europa: mucha gente que empieza a pasar necesidades económicas y habitacionales. Todavía no se registran miles de personas con carros por las calles, pero es sólo porque las redes familiares soportan la falta de trabajo e ingresos de millones de personas. Lo que ha aumentado es el número de personas que buscan comida en los contenedores de basura y en los de los supermercados. También se vuelven evidentes las longitudes de las colas que a diario se forman en las puertas de los comedores sociales. Inclusive, también es notorio el aumento de personas sin techo o en situación de calle, que acostumbran a dormir sobre cartones, en calles y plazas de otras grandes ciudades de Europa.
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Opinión
El ejemplo de los recicladores
Por Adrián Camps
Legislador porteño (PS)
La situación de los recicladores urbanos de la ciudad de Buenos Aires está infinitamente más adelantada que la del resto de los recolectores del país. Hoy en día, bajo la órbita de las cooperativas, los trabajadores están formalizados, tienen subsidios, obra social y medios de transporte. En algunos casos tienen sus centros verdes otorgados por el gobierno nacional, como el de la Cooperativa El Ceibo. Lo que me parece errado es lo que refiere al manejo de la separación de residuos en origen y la recolección diferenciada. La política del gobierno de Mauricio Macri es totalmente superficial, una política errática que ha ido cambiando; empezó con Aníbal Ibarra y las bolsas verdes, luego vinieron los contenedores durante el gobierno de Jorge Telerman. Luego se sacaron y se volvieron a poner de dos tipos, uno de tapa naranja, otro de tapa gris y ahora pasamos a contenedores más grandes. De lo que se han preocupado desde el Pro es en llevar adelante campañas publicitarias, que supongo muy onerosas, y demasiado superficiales, como aquella que decía “Jugá Limpio”, que no sirvieron absolutamente para nada.
Se requiere de una política activa y es lo que se trató en el Primer Congreso de Recuperadores. Lo que funciona es el contacto directo de los trabajadores con los generadores de basura. Las cooperativas de cartoneros que se van a hacer cargo de la recolección de la ciudad tienen que tener un contacto directo con el vecino, con los encargados de los edificios para así saber y establecer qué días se retiran los reciclados. Pueden gastar la plata que quieran. Pero sin separación en origen y recolección diferenciada, esto no se soluciona. Lo que hay que hacer es exactamente lo que hacen las cooperativas.
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Opinión
El que contamina, paga
Por Adela Segarra
Diputada Nacional (FPV). Autora del proyecto de ley sobre Uso Sustentable de Envases
La generación de residuos sólidos urbanos (RSU) y los envases en especial son una consecuencia directa del crecimiento de la producción y el consumo. Partiendo de este hecho, planteamos la Ley de Presupuestos Mínimos de Envases y sus Residuos desde un concepto integrador de todos los aspectos que el tema involucra: el de la industria, el productivo, el de los hábitos de los consumidores, la conveniencia y necesidad de la existencia de productos envasados y el de la integración de grandes sectores de la economía formal e informal vinculada al reciclado y recuperado de envases. El objetivo del proyecto es minimizar el impacto ambiental que la generación de envases y sus residuos provoca, regulando su emisión y aplicando un costo por cada envase generado, a pagar por el envasador. De este modo se establece un Sistema de Gestión Integral de Residuos, partiendo de la premisa “el que contamina, paga”.
Este monto será destinado a las provincias y a los municipios que presenten programas de tratamiento de los mismos de acuerdo a las condiciones y metas que la autoridad de aplicación –la Secretaría de Medio Ambiente– disponga, y que promueva la inclusión formal de los recuperadores.
Es momento de plantearnos un sistema integrado en todo el país que regule y uniformice los envases y sus residuos, que coordine con los Estados provinciales y municipales políticas a través de una financiación propia y, por supuesto, las necesidades de cuidado del ambiente ante el crecimiento de los basurales y de tratamiento de los RSU. Este proyecto nació en el 2009 y hoy sigue enriqueciéndose con aportes de asociaciones ambientalistas, la industria, la secretaría y organizaciones vinculadas al recuperado y reciclado, cuya participación llega gracias al nivel de organización que van adquiriendo. El proyecto contempla la necesidad del cuidado ambiental, con el desarrollo productivo y la inclusión laboral y social. Sustentando, en este marco, el reconocimiento de la actividad del recuperador como clave, porque visibiliza un enorme negocio financiero que se pretende mantener en la marginalidad para evadir cargas. En este sentido se incorpora una masa de trabajadores a los que hasta ahora no se los hacia sentir parte del movimiento obrero organizado.
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