miércoles, octubre 03, 2012

PROTESTA DE EFECTIVOS DE LA GENDARMERÍA Y DE LA PREFECTURA: "El desconocimiento de ese llamado, sensato y plural, hará ingresar a los protagonistas de estas acciones en el delito de sedición, claramente establecido en la Constitución".



















Contra la tentacion golpista 
Por Oscar González *


La protesta iniciada por efectivos de Prefectura y acompañada por sectores de la Gendarmería, invocando razones salariales, corre el riesgo de conducir a un sendero incierto cuyo punto de quiebre ha sido claramente establecido en la declaración suscripta por la casi totalidad de las fuerzas con representación parlamentaria, cuando instan a esos efectivos a “adecuar sus acciones a pautas de funcionamiento democrático y subordinación a las autoridades legalmente constituidas”. El desconocimiento de ese llamado, sensato y plural, hará ingresar a los protagonistas de estas acciones en el delito de sedición, claramente establecido en la Constitución. El gobierno nacional ha cumplido con su deber, al reconsiderar la situación salarial de los reclamantes y relevar a la plana mayor de ambas fuerzas,respondiendo así, taxativa y rápidamente, al reclamo explícito de los uniformados.

Nadie puede ser ingenuo ante un movimiento de estas características. Más allá del reclamo de mejoras o ajustes, los efectivos involucrados en la protesta están lejos de constituir una masa postergada y desatendida por el presupuesto. Ante ello, el pronunciamiento remite a los alzamientos que sufrieron, hace muy poco tiempo, los gobiernos constitucionales de Ecuador y Bolivia, donde las fuerzas que siguen resistiendo los cambios progresistas en la región acudieron también a presuntas reivindicaciones gremiales para erosionar la estabilidad de autoridades legítimamente elegidas y genuinamente democráticas. 

Los cambios progresistas obtenidos durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner han generado también resistencias, que se expresan de muy diversa manera. No se trata, como algunos pretenden, de la manifestación del disenso, siempre legítimo y enriquecedor de la vida democrática. Lo que está en marcha, como ocurrió en su momento con la insubordinación de los propietarios agroganaderos, es el intento de condicionar al gobierno democrático. Para ello, recurren a las corridas cambiarias, a las calumnias, a la difamación, a la manipulación de precios y mercados, a la prédica sistemática contra la autoridad pública. En esa ofensiva, nadie es ingenuo: ni los grandes medios que desconocen a la Justicia ni la estudiantina que pregunta en Harvard ni los que, más allá de la eventual razón de sus reclamos, introducen zozobra en la vida democrática. 

La maniobra está a la vista. Nada puede esperarse de los que vienen conspirando desde el mismo día en que el Estado y la política fueron recuperados para el pueblo argentino. Los prefectos y gendarmes que cumplen honestamente su labor deberían resistirte a la tentación de peligroso protagonismo que les ofrece el monopolio mediático. Y ciertos sectores opositores, a la tentación de sacar provecho de este episodio injustificable.


* periodista, ex diputado nacional, actual secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gobierno de la Nación

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