Nace en Coronel Moldes, localidad del sur de Córdoba, en 1930. Los padres poseen una pequeña finca y desde muy chico aprende las tareas rurales. Luego cursa la escuela primaria y después ingresa a una Escuela de Artes y Oficios. Es muy aficionado a la lectura, pues –recuerda-: “a pesar de que en mi casa el piso era de tierra y carecíamos de luz eléctrica, había una pequeña biblioteca”. A los 14 años, ya es presidente del Centro de Estudiantes. A los 17 años, ingresa a una fábrica como aprendiz y a los 18, se desempeña como ayudante electricista. A los 19, ya es elegido subdelegado y a los 20, representa a sus compañeros. Port entonces, “aleccionaba a la gente a favor de Perón –recuerda Tosco- pero me molestaban algunos aspectos: afiliación obligatoria, la persecución a los comunistas… El peronismo fue una instancia muy importante en el período del ’45 al ’55, en el cual la clase obrera recibió importantes beneficios de carácter laboral y tuvo participación política. Esta experiencia estuvo fundada en el ascenso de una política nacionalista, capitalista y burguesa de redistribución de la renta nacional y reconocimiento subsidiario de una serie de derechos, pero todo dentro del sistema”.
A partir de 1954, milita en la Federación Nacional de Luz y Fuerza, “… pero la ortodoxia peronista pasó a enfrentarme”.
Por haber actuado como gremialista en la época del gobierno de Perón, sufre la inhabilitación que aplica el gobierno de Aramburu, en 1955. Forma parte de “la resistencia” y participa en la creación de las “62 organizaciones”.
En 1957, es elegido Secretario General de Luz y Fuerza de Córdoba e integra, además, el secretariado nacional. Ya, por entonces, se ha alejado del peronismo, aunque habría participado en la lucha por la defensa del Frigorífico Municipal Lisandro De La Torre, en enero de 1959, en la Capital Federal, ante la política privatizadora de gobierno de Frondizi.
Luego, vuelve a Córdoba y nuevamente es elegido secretario general de su sindicato, desempeñándose como tal hasta 1966. En ese año, renuncia a ser postulado nuevamente en su gremio de Córdoba, aunque integra la comisión directiva como vocal y preside la comisión de la paritaria nacional. En 1968, otra vez es elegido Secretario General de “Luz y Fuerza de Córdoba”, sufriendo dos detenciones. Su conducta ética así como su trabajo sindical y su carácter combativo le han ganado ya el afecto de sus compañeros del gremio, para quienes es cariñosamente “el Gringo”. En marzo de 1968, participa en la gestación de la CGT de los Argentinos, liderada por Raimundo Ongaro, en oposición al vandorismo.
El 29 de mayo de 1969 estalla “el Cordobazo”, donde Tosco cumple un importante rol, tanto en los preparativos de la huelga general, como en las demás actividades (movilización, reuniones populares, etc.) que signan esos días. Sofocado el movimiento por la represión del gobierno, es condenado a 8 años y tres meses de prisión, siendo remitido a una cárcel del sur. Sin embargo, a finales de año, la actividad combativa de los trabajadores le arranca al gobierno una amnistía general, que permite su excarcelación. Se reintegra así a la lucha de su gremio.
En los primeros meses de 1971, es designado Secretario Adjunto de la CGT de Córdoba. Pero el 28 de abril es detenido y transferido nuevamente al sur, al penal de Rawson. El 17 de setiembre, desde la cárcel, Tosco gana las elecciones en Luz y Fuerza de Córdoba, “hecho inusual por ser la primera vez que ocurre en la historia del sindicalismo argentino”.
En el operativo guerrillero de fuga, del 15 de agosto de 1972, que deriva en la masacre de Trelew, considera inconveniente su participación.
Poco después, el 23 de setiembre de 1972, el gobierno de Lanusse lo libera, sin explicar razón alguna para los 17 meses que permaneció encarcelado, informando solamente que “han desaparecido las causas que determinaron la detención”. Al producirse las elecciones del ’73, no acepta candidatura alguna.
En 1974, al desencadenarse la acción de las Tres A, pasa a la clandestinidad. A su vez, el gremio es intervenido. En esa época, sufre una enfermedad infecciosa que lo conduce a la muerte, producida el 5 de noviembre de 1975.
Sin duda alguna, es uno de los mejores exponentes del auténtico sindicalismo, a lo largo de nuestra historia. En esa lucha que inició a los 24 años, fue indoblegable hasta su fallecimiento, ocurrido a los 45. Pero no sólo dejó la impronta de una conducta intachable, sino que planteó la necesidad de articular la lucha sindical con la lucha por el socialismo. “El sindicalismo de Liberación –sostiene- ha comprendido que debe ser un factor en la lucha por la Liberación Nacional”. “No pertenecí, ni pertenezco, a ningún partido político”, pero agrega: “Creo que hay una sola solución para nuestro pueblo, una solución que es la construcción de la patria socialista”. En otra oportunidad, manifiesta: “La línea de lucha por la vía del antiimperialismo, hacia el socialismo. La heterogeneidad de nuestro socialismo está en que tiene raíz peronista, marxista, cristiana, por el Movimiento de Sacerdotes del Tercer mundo, que viene de distintos movimientos que lo levantan como bandera”. Crítico de la burocracia sindical, no cayó por eso en posturas “gorilas”. Sostenedor de que los trabajadores se organicen desde una perspectiva clasista, no menospreció la lucha por la Liberación Nacional.
Su ejemplar militancia ha dejado un hondo recuerdo, pero raramente se pronuncia su nombre por los medios televisivos y radiales, ni tampoco aparece en los comentarios de los medios gráficos.
NORBERTO GALASSO – LOS MALDITOS – VOLUMEN I – PÁGINA 122
Ediciones Madres de Plaza de Mayo
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