Pensar que podemos sentarnos con orgullo con mi viejo para hablarle a mi hijo de este gran momento del 2012, de que nos sentimos cada día un poco más argentinos y nacionalistas, eso que a antes pasaba únicamente cuando jugaba la selección…
Pensar que podemos hablar y recordar a los que han quedado en el camino, aunque está claro que, estén donde estén, siguen acá, más presentes que nunca…
Pensar que podemos tener la memoria para acordarnos de los trágicos 90, que nos llevaron a la destrucción de las fábricas y el trabajo argentino, a la venta de las empresas públicas y a dejar a millones de obreros con dos únicos destinos: el remis o el kiosco.
Pensar que ahora podemos, con profunda emoción, traer con esa misma memoria a los milies y miles que pelearon en cada ruta del país.
Pensar que ahora puedo sentarme con mi hijo de 11 años para que sepa de Teresa Rodríguez, de Aníbal Verón, de Víctor Choque y de tantos otros compañeros que dieron su vida en la lucha por el trabajo. Y contarle que esa sangre no fue en vano.
Pensar que puedo relatarle a él y a mi viejo que yo fui parte de esos largos y fuertes "piquetazos" contra la entrega de nuestras empresas, regaladas por monedas...
Pensar que puedo seguir hablando con mi hijo, con Víctor Heredia sonando de fondo en la radio y levantando eso de que "todavía cantamos, todavía pedimos...".
Pensar y poder. Poder seguir.
Poder seguir contando también que 30.000 argentinos dieron la vida durante la dictadura militar, la sangrienta dictadura, y que esos mismos argentinos -los mejores de los semilleros de dirigentes políticos, sociales, culturales y gremiales- pelearon por las mismas banderas nacionales que, bien en alto, hoy los argentinos seguimos recuperando. Banderas que volvemos a levantar...
Nunca pensé que viviría momentos como estos en la política nacional, como herramienta para la solución de los males argentinos. Es la pura verdad, después de tantos años con la cabeza quemada de la tragedia social. Pero hoy se me nota acá, en el pecho, que la Argentina y los argentinos (con los "tiempos" nuestros para ejecutar políticas activas) ya recuperamos para el Estado las AFJP; Aerolíneas Argentinas; parte de las comunicaciones, el Correo y Aguas Argentinas, y tenemos además Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y más... Pero, además, ya logramos también LA NACIONALIZACIÓN DE YACIMIENTOS PETROLÍFEROS FISCALES, DE LA GLORIOSA YPF.
Y entonces sí, poder seguir hablando con mi viejo y mi hijo, pero ya con otro orgullo, de todo lo que aún nos falta a los argentinos y a la Patria: la recuperación definitiva de los gloriosos Ferrocarriles Argentinos; de Gas del Estado; de la energía eléctrica; de otras áreas de las comunicaciones y de la Marina Mercante, entre otras.
Poder decirles y compartir mi felicidad por este nuevo paso rumbo a la definitiva Justicia Social.
Poder decirles y compartir con mis amigos -con aciertos, coincidencias, pasos atrás, al costado, con discrepancias- que tenemos una chance más (UNA) para hacer la Argentina Grande de don Hipólito Yrigoyen, del general Enrique Mosconi, de don Arturo Illia, de Arturo Frondizi, de Juan Perón, de Evita.
Poder decir y compartir que no tengo dudas de que, avanzando por este camino, llegaremos a la felicidad del pueblo argentino.
Poder pensar y decir que la “sintonía fina” que nos propone la Jefa de Estado no es otra cosa que la profundización del modelo iniciado por Néstor Kirchenr en 2003, con la incipiente recuperación económica y de la producción nacional en aquellos años.
Y celebrar que esas medidas puedan acercarnos a la desocupación cero y al hambre cero, a volver a abrir las miles de fábricas que aún están cerradas desde que les metió mano el enemigo neoliberal. Y volver a pensar en la escuela, el hospital y la universidad de prestigio para docentes y alumnos, que también nos robaron los gobiernos en parte de los 80, en los 90 del menemismo y en el 2001 con De la Rúa y el helicóptero. Y hacer fuerza para recuperar las escuelas-fábricas para que nuestros pibes tengan la felicidad de un oficio digno y no mendiguen un plan o se maten de poco con el paco ... Y asumir, claro, que falta mucho por avanzar y por hacer después de la entrega de todas nuestras joya más preciosas.
En definitiva, poder seguir pensando que la Argentina tiene un destino de grandeza si hacemos bien las cosas -sin amiguismos ni corruptelas- y hacemos pesar los valores de nuestros viejos, la experiencia de nuestros abuelos...
Poder decirles gracias a Dios por permitirme este momento como trabajador de prensa, como militante, junto a mi viejo y a mi hijo Máximo. YPF ya es nacional, ya está, aunque quede mucho por hacer.
MARCELO G. CENA ///
No hay comentarios:
Publicar un comentario