"El único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo", decía Héctor Oesterheld.
"El héroe verdadero de El Eternauta es el héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo", decía Héctor Oesterheld, quien hace 35 años era secuestrado por la dictadura militar.
Héctor Oesterheld, como sus cuatro hijas Marina, Estela, Beatriz y Diana, militó en Montoneros y fue uno de los intelectuales enfrentados al gobierno militar.
Escondido durante meses para huir de los militares, el 27 de abril de 1977 fue secuestrado en La Plata.
Después fue trasladado a distintos centros de detención, entre ellos "El Vesubio", donde la Nochebuena de 1977 fue visto con vida por última vez, escribiendo.
Se dice que fue fusilado en algún lugar de la localidad de Mercedes.
Bajo la dictadura, Elsa Sánchez Beis de Oesterheld, perdió a toda su familia: Héctor, Estela, Marina, Diana y Beatriz, sus dos yernos (esposos de Diana y Estela) y sus dos nietos (los bebés que esperaban Diana y Marina y que sigue buscando desde su militancia en Abuelas de Plaza de Mayo.
Todos desaparecieron sin dejar ningún rastro. De los nueve, sólo pudo recuperar y enterrar el cadáver de Beatriz.
Elsa, en una entrevista a la revista Para Ti, dijo: “éramos una familia fantástica y nos destruyeron de la manera más cruel. Yo no puedo concebir la maldad organizada que vivió este país. Todo ha sido de tal perversión que ninguna persona civilizada puede comprender y que creo que nadie puede querer que se vuelva a repetir. Nueve personas me faltan: mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos y dos nietos… En fin, lo que ya se sabe”.
Oesterheld dejó su legado: con dibujos de Francisco Solano López y Alberto Breccia, "El Eternauta", que comenzó a publicarse en 1957, es la obra cumbre del cómic latinoamericano que continúa reeditándose y sigue siendo una alegoría de la lucha por la libertad.
Pero no sólo creó El Eternauta, el Sargento Kirk, Sherlock Time, Mort Cinder, Bull Rockett, Joe Zonda, Ticonderoga y Watami fueron algunos de sus personajes.
El poeta, historiador y ensayista Horacio Salas dijo en una entrevista que “la metáfora de lo que le pasó a Oesterheld es esa nevada mortal que cae sobre los escenarios de El Eternauta. Los argentinos, un tiempo antes del 24 de marzo de 1976, sentimos que estaba empezando a nevar mortalmente”.
“Cuando me enteré de que lo habían secuestrado pensé en El Eternauta y su destino: el horror inexplicable en medio de la vida cotidiana”, recordó Salas.
Durante el juicio a los represores de El Vesubio, en 2010, Ana María Di Salvo, una ex detenida de ese centro durante la dictadura, recordó que Oesterheld fue obligado por el coronel Pedro Durán Sáenz a escribir y dibujar una tira sobre la vida del general José de San Martín.
"Oesterheld estaba muy golpeado, sobre todo en la cabeza”, recordó Di Salvo, que precisó que al historietista se lo veía trabajar en el comedor de la jefatura, donde permanecía habitualmente Durán Sáenz, entonces mayor y jefe de inteligencia del Vesubio.
El año pasado, finalmente, El Eternauta quedó huérfano con la muerte de Francisco Solano López, quien le puso rostro al "héroe colectivo", que revive cada vez que un lector vuelve a leer la invasión extraterrestre a Buenos Aires.
Héctor Oesterheld, como sus cuatro hijas Marina, Estela, Beatriz y Diana, militó en Montoneros y fue uno de los intelectuales enfrentados al gobierno militar.
Escondido durante meses para huir de los militares, el 27 de abril de 1977 fue secuestrado en La Plata.
Después fue trasladado a distintos centros de detención, entre ellos "El Vesubio", donde la Nochebuena de 1977 fue visto con vida por última vez, escribiendo.
Se dice que fue fusilado en algún lugar de la localidad de Mercedes.
Bajo la dictadura, Elsa Sánchez Beis de Oesterheld, perdió a toda su familia: Héctor, Estela, Marina, Diana y Beatriz, sus dos yernos (esposos de Diana y Estela) y sus dos nietos (los bebés que esperaban Diana y Marina y que sigue buscando desde su militancia en Abuelas de Plaza de Mayo.
Todos desaparecieron sin dejar ningún rastro. De los nueve, sólo pudo recuperar y enterrar el cadáver de Beatriz.
Elsa, en una entrevista a la revista Para Ti, dijo: “éramos una familia fantástica y nos destruyeron de la manera más cruel. Yo no puedo concebir la maldad organizada que vivió este país. Todo ha sido de tal perversión que ninguna persona civilizada puede comprender y que creo que nadie puede querer que se vuelva a repetir. Nueve personas me faltan: mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos y dos nietos… En fin, lo que ya se sabe”.
Oesterheld dejó su legado: con dibujos de Francisco Solano López y Alberto Breccia, "El Eternauta", que comenzó a publicarse en 1957, es la obra cumbre del cómic latinoamericano que continúa reeditándose y sigue siendo una alegoría de la lucha por la libertad.
Pero no sólo creó El Eternauta, el Sargento Kirk, Sherlock Time, Mort Cinder, Bull Rockett, Joe Zonda, Ticonderoga y Watami fueron algunos de sus personajes.
El poeta, historiador y ensayista Horacio Salas dijo en una entrevista que “la metáfora de lo que le pasó a Oesterheld es esa nevada mortal que cae sobre los escenarios de El Eternauta. Los argentinos, un tiempo antes del 24 de marzo de 1976, sentimos que estaba empezando a nevar mortalmente”.
“Cuando me enteré de que lo habían secuestrado pensé en El Eternauta y su destino: el horror inexplicable en medio de la vida cotidiana”, recordó Salas.
Durante el juicio a los represores de El Vesubio, en 2010, Ana María Di Salvo, una ex detenida de ese centro durante la dictadura, recordó que Oesterheld fue obligado por el coronel Pedro Durán Sáenz a escribir y dibujar una tira sobre la vida del general José de San Martín.
"Oesterheld estaba muy golpeado, sobre todo en la cabeza”, recordó Di Salvo, que precisó que al historietista se lo veía trabajar en el comedor de la jefatura, donde permanecía habitualmente Durán Sáenz, entonces mayor y jefe de inteligencia del Vesubio.
El año pasado, finalmente, El Eternauta quedó huérfano con la muerte de Francisco Solano López, quien le puso rostro al "héroe colectivo", que revive cada vez que un lector vuelve a leer la invasión extraterrestre a Buenos Aires.
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