Por una Cumbre más justa (Por la Redacción de APAS)
La próxima reunión de los países de las Américas genera discordias. Las voces de nuestra región se elevan ante los gigantes en crisis. El apoyo por el reclamo de Malvinas y la participación de Cuba signan los preparativos.
En abril próximo se celebrará la VI Cumbre de las Américas. El evento reunirá, en Cartagena de Indias, Colombia, a 34 jefes de Estado y de Gobierno del continente.
La participación del presidente de Estados Unidos junto a los mandatarios de Latinoamérica ya no está signada por la imposición del primero sobre los segundos, tal como se vivió desde el nacimiento de estos encuentros en el año 1994, en Miami.
El quiebre fundamental para que esa situación se revirtiera fue la IV Cumbre celebrada en Mar del Plata, Argentina. En aquella ocasión, el gobierno argentino encabezado por Néstor Kircher dispuso un escenario favorable para que junto al venezolano Hugo Chávez se declarara el definitivo ¡No al ALCA! Así se rechazó de plano la intención del entonces mandatario estadounidense, George Bush, de avanzar en la región a partir de la creación de un área de libre comercio.
El Jefe de Estado que será anfitrión en esta VI Cumbre es el colombiano Juan Manuel Santos, quien, si bien ha pretendido diferenciarse de su antecesor mantiene la política de alianza con Estados Unidos.
Por otra parte, los presidentes que lideran los procesos democráticos populares en la región comienzan a hacer sentir sus voces en la delineación de las características y ejes de la próxima Cumbre, tarea antes liderada solo por el gigante norteamericano.
En ese sentido, el presidente de Bolivia, Evo Morales, ya adelantó el próximo 15 de marzo se reunirá con Santos y le pedirá que formalmente se invite a Cuba a participar en el encuentro de Cartagena.
El pedido genera no pocas reacciones negativas en Estados Unidos, ya que, como país que sostiene el bloqueo a la isla por su carácter revolucionario y anticapitalista, se opone a la participación de esa República en estos foros internacionales.
Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962, tras la afirmación en la isla del proyecto revolucionario liderado por Fidel Castro en 1959. El apartamiento de Cuba se realizó bajo presiones de Washington y, si bien en la Asamblea de 2009 en Honduras la OEA anuló esa veda, el organismo no modificó su postura respecto del bloqueo y su valoración negativa del régimen socialista.
Por su parte, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, anunció durante las últimas horas que “ante consulta respetuosa del gobierno colombiano” se había declarado la intención de la Isla de asistir a la VI Cumbre de las Américas en caso de que “fuera invitado en calidad de iguales” y con “plena participación”.
Además sostuvo que, de cumplirse las condiciones, “Cuba asistirá como siempre desde su posición de principios y su política exterior revolucionaria, y lo hará con respeto”.
Rodríguez indicó que participe o no Cuba en el encuentro, lo importante es que el mismo “marcará una época” evidenciada en que “Estados Unidos ya no manda en América Latina y el Caribe”.
También aclaró, en el portal Radiorebelde.cu, que no hay intención del gobierno de Raúl Castro de reincorporarse a la OEA porque esa organización ha servido para propósitos de dominación, ocupación y agresión, y como plataforma de Estados Unidos para agredir y expoliar a la América Latina y el Caribe.
La iniciativa de que Cuba participe de la VI Cumbre fue motorizada por los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), quienes en su XI Cumbre acordaron no asistir a la reunión de Cartagena si La Habana no era invitada.
Como es de esperarse, Estados Unidos se opone a la presencia de Cuba en esa cumbre. “Nuestro punto de vista sobre la posición de Cuba respecto a la Cumbre de las Américas no ha cambiado y no creemos que la postura de las naciones de la Cumbre deba cambiar tampoco”, señaló la vocera del departamento de Estado, Victoria Nuland.
En un tono más flexible el presidente colombiano expresó haber “colocado su confianza en la diplomacia” para lograr la invitación.
“Vamos a ser anfitriones de la Cumbre de las Américas. Esperamos que esta liebre que nos saltó en estos últimos días la podamos domar y podamos resolver el impasse que hay ahí sobre la asistencia de unos y otros. Eso debe hacerse no a través de los medios de comunicación, sino por las vías diplomáticas”, señaló Juan Manuel Santos.
Desde Colombia, según indica la agencia española EFE, Clara López Obregón, presidenta del Polo Democrático Alternativo (PDA) -partido opositor de Colombia- expresó que la exclusión de Cuba de la Cumbre de las Américas sería “un anacronismo injustificado” que reforzaría el aislamiento impuesto por Estados Unidos a la isla.
“Hacemos votos por que el Gobierno colombiano y los países del ALBA puedan hacer entender a Estados Unidos que no puede seguir imponiendo esa política, rechazada sistemáticamente” señaló López Obregón.
En medio de los cruces respecto de la invitación a la Isla se crean, desde los medios hegemónicos y cierta dirigencia derechista, fantasmas irracionales. A partir de ellos, es que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, debió hacer aclaraciones que no debieran existir en un marco de diálogo político maduro.
El ecuatoriano debió aclarar que “la última intención” de su país “sería boicotear la Cumbre de las Américas en la querida Colombia” o “crearle algún problema al presidente (Juan Manuel) Santos”. Recalcó así que su intención es integrar a Cuba, no entorpecer el evento.
Sin embargo, indicó también que hay que ser “muy claros y contundentes” en cuanto a que “no se puede llamar Cumbre de las Américas a algo donde no va Cuba”. Agregó en declaraciones a la prensa que “ojalá se pueda superar esta situación, pero nosotros nos mantenemos en nuestra postura: no tiene sentido una Cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba y sin tratar temas relevantes como el de Las Malvinas o el bloqueo cubano”, señaló el gobernante suramericano.
En ese sentido, Correa dijo que “nadie niega la importancia de Estados Unidos, el país más poderoso de la historia de la humanidad, pero entonces llamémosle conversatorio de algunos países con Estados Unidos, no le llamemos Cumbre de las Américas”.
Finalmente, el mandatario reflexionó que “estas cumbres están en función de ciertos intereses y ciertas visiones” y que tras los avances hechos en la región “ya no nos podemos prestar para esas cosas. Mejor no tengamos cumbres, seamos más honestos y acabemos la mal llamada Cumbre de las Américas”.
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