La ex colonia Italiana está a punto de regresar a la órbita imperial para aportar su valioso subsuelo petrolero a los dueños del mundo.
Un gobierno que, con la gloria que dan los actos emancipatorios, logró la independencia de su pueblo, rompió cadenas e intentó construir algunas bases de bienestar interior, está a punto de ser expulsado de su patria por parte de extranjeros que pretenden arrogarse derechos territoriales.
La Otan, vivita y coleando, avanza inexorable sobre Trípoli, con sus armas, con sus crímenes y fundamentalmente con un derecho que solo esa fuerza le concede para poder invadir a su antojo todo territorio apetecible.
Pero no lo hace sola. Mas allá de la política interna del desdichado país invadido, cuenta con el aval expreso o implícito de toda la comunidad internacional, que como lamebotas, se aprestan a mostrarse amigos de los vencedores. O mirar para el costado para no molestar a los amos.
Da vergüenza este comportamiento. Se autojustifican pretendiendo endilgarle el mote de dictadura, de criminal, etc., repitiendo la cantaleta que le tararean sus amos, sin verificar siquiera el contenido de estas afirmaciones. Hoy lo hacen con Gadaffi, ayer lo hicieron con Irán, Irak y pretenden hacerlo con Cuba, Venezuela, etc.
Todo aquel que se opone al dominio imperial, sistemáticamente es tildado por cuestiones similares, y siempre cuenta con el coro de marmotas internacionales que adhieren alegres al dictado, con puntos y comas.
El mismo Perón fue víctima de similar ataque protagonizado por los mismos “libertadores”, como contemporáneamente le pasó a Arbenz en Guatemala, a Mossadeh en Irán, por citar algunos episodios.
Y los que cantan libertad son los mismos. Los burguesitos liberales. Los prolijitos. Los obedientes.
Dan lástima verlos tan alcahuetes. Tan poca cosa.
Esos presentadores de noticias mentirosas, tan similarmente empilchados, que aparecen en nuestras pantallas para decirnos que el dictador cayó y que el país fue liberado por Ingleses o Norteamericanos o sus admiradores locales.
Cómo si fueran biógrafos especializados, analizan crímenes espantosos del líder Libio y hasta su dieta basada en hígado de opositores.
No tenemos dudas. El tema no es Gadaffi. No entremos en debates sobre las características de su gobierno, pues es evidente que ese no es el tema del conflicto.
Si ese fuera el punto podríamos discutir sobre el gobierno de EEUU, y si el saldo nos indica que es un gobierno que aplica la pena de muerte de una manera espantosa, que tuvo campos de concentración para los nipones durante la segunda guerra, o que cometió crímenes aberrantes en sus invasiones, podríamos entender que es un acto de libertad, cruzar como Pancho Villa el rio Bravo y acabar con ese sistema y régimen oprobioso.
O si se trata de gobiernos semi perpetuos, podríamos discutir globalmente la monarquía Británica, que ejerce el poder real, sin mas recambio que el privilegio sanguíneo. Pero no, estos prolijitos noteros, jamás harían esto en sus pantallas. Porque como dicen, el patrón se pone alegre y el negro se pone en curda.
Ese es su punto de reflexión.
En fin, en el mundo ya hay una colonia mas y en nuestras pantallas una vergüenza menos. Digan lo que digan, como no buscamos empleos, los firmantes decimos, ¡VIVA GADAFFI MUERAN LOS IMPERIALISTAS.!
Buenos Aires, 23 de agosto de 2011
Bernardo Alberte (h)
Hernán Jaureguiber
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