Fin de fiesta para el 2010. Año intenso, vívido, doloroso, sorprendente y esperanzador. Año marcado por la pérdida de Néstor Kirchner, hecho que puso de relieve un proceso incubado desde el 2003: la recuperación de nuestras raíces populares, la identificación con nuestras grandes luchas por la liberación y la recomposición de la identidad argentina, que es esencialmente nacional y popular, como contrapartida de haber dejado atrás parte del paradigma neoliberal que nos asfixiaba.
Nuestro gran desafío por delante es lograr romper el ciclo histórico de avance y retroceso; ese que sostiene que luego del proyecto de un país para todos vuelven “ellos” con su proyecto concentrado y para pocos. El desafío es aprovechar el legado de Kirchner: el legado de la militancia, el legado de romper los límites de lo posible, el legado de profundizar la construcción de una democracia que, sin nostalgias, recupere y se fundamente en la historia de nuestra resistencia. Por eso es imprescindible más distribución, más participación y más igualdad.
La contienda electoral será el reto político al cual debemos hacer frente para garantizar en el tiempo la profundización del modelo. En este sentido, habrá que resolver las distintas acciones que la oposición junto con los medios de comunicación hegemónicos, llevarán adelante para intentar horadar el apoyo popular a CFK, a través de la generación del miedo, utilizando, entre otros tantos mecanismos ya conocidos, el planteo del “caos social” y del supuesto enfrentamiento de “pobres contra pobres”.
Es cierto, de todos modos, que, más allá de las operaciones políticas de fines de año y las que vendrán, aún resta mucho por hacer en el plano de lo social. El ataque a la comunidad qom La Primavera en Formosa o la situación vivida en el Parque Indoamericano expresan deudas pendientes con los más vulnerados. El último Informe de Coyuntura de CIFRA -Centro de Investigación y Formación de la República Argentina, instituto de formación de la CTA- indica que la recomposición salarial (el salario real en la Argentina) ha crecido para aquellos trabajadores que han sido representados en las paritarias de la actividad privada, pero en términos generales, el salario real de los asalariados en su conjunto se estancó, lo que implica una desmejora de la situación de los trabajadores públicos y no registrados. Particularmente estos últimos viven con una doble debilidad: no logran mejorar su situación material, pero además, tienen limitada representación en las distintas instancias de disputa, dado que por ejemplo, la CTA (que considera trabajadores no solo a los que están “en blanco”) no fue convocada al debate del Pacto Social.
Los ejes de trabajo para el 2011 son variados: la puesta en funcionamiento de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el real ejercicio de la libertad y democracia sindical, la democratización de las fuerzas de seguridad, el avance contra la concentración de la tenencia de la tierra y la defensa estratégica de nuestros recursos naturales.
No obstante todos estos ejes, el principal objetivo debe ser trabajar sobre la desigualdad. Este es el momento propicio. El bicentenario nos encuentra al campo popular, igual que hace 200 años, remontando la esperanza hacia un mundo de verdadera justicia y auténtica libertad. Ambos momentos históricos se unen en un punto: la lucha contra el gran poder económico y sus servidores. Mariano Moreno sintetizaba: “…las fortunas agigantadas en pocos individuos no sólo son perniciosas sino que sirven a la ruina de la sociedad civil...”. Encarar de lleno la desigualdad es ejecutar obra pública. Son los planes de vivienda. Son las cooperativas de trabajo. Son los aumentos a los jubilados. Es la asignación universal… Pero también enfrentar la desigualdad es que nuestro país profundice y desarrolle una economía industrial donde el salario se constituya no como costo, sino como eje de la demanda productiva, que sirva, además, para luchar contra la inflación, y que no gire en torno a la devaluación eternamente pedida por la Unión Industrial que favorece sólo al sector exportador.
Es necesario construir la fuerza social que sostenga ese modelo industrial.
Es imprescindible profundizar las políticas que tiendan a conquistar el “fifty-fifty”. Un camino puede ser el Pacto Social, siempre y cuando no constituya un techo a la recomposición salarial, sino justamente una herramienta que mejore el poder adquisitivo de los trabajadores, y siempre que tenga representación de los gremios estatales y de los trabajadores precarios, desocupados, trabajadores en negro, etc.
Asimismo, es necesario trabajar en una reforma impositiva que le dé mayor progresividad al limitado sistema actual. En ese mismo sentido, no puede postergarse una nueva ley de entidades financieras que modifique la actual, vigente desde la dictadura, que condicione la especulación y que promueva la producción y el trabajo.
Otro de los desafíos, aprovechando la excelente herramienta que ha sido en los últimos años el ANSES, es reponer los puntos porcentuales recortados por Domingo Cavallo de contribuciones patronales, que permitan más políticas inclusivas desde dicho organismo.
Y es necesario que se continúe con medidas aun más sólidas, tendientes a evitar la fuga de capitales.
En materia de política internacional debemos seguir fortaleciendo la UNASUR, en particular con el proyecto del Banco de Fomento, y avanzar en la modificación del estatuto del FMI: con mayor participación de las economías emergentes, con orientación al desarrollo productivo, y no como brazo ejecutor de la economía hegemónica.
Para concluir, la memoria, la verdad y la justicia siguen constituyendo un desafío insoslayable para nuestro país. La mayor derrota que le ha endilgado la dictadura a la clase trabajadora ha sido la derrota cultural. La imposibilidad de reconstruir esa identidad se “recicla” constantemente a través de nuevas formas de fragmentación cada vez más sofisticadas. En ese sentido deberíamos entender la “paradoja de la justicia” respecto del procesamiento de Martínez de Hoz, condenado por entregar empresarios solamente, y no por el modelo económico que llevo adelante. Nuestros 30.000 compañeros detenidos/desaparecidos son el resultado de la imposición de un modelo económico genocida instaurado a través del terrorismo de estado, en el que ganaron solo unos pocos. Con crímenes de lesa humanidad disciplinaron a la clase trabajadora, a sus “socios” de la burguesía nacional y a toda la población. Como dice Rodolfo Walsh “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Frente a las dolorosas y cuestionables políticas económicas de la dictadura no hubo una “Conadep” de la economía argentina. La extraordinaria política de derechos humanos llevada adelante por Néstor, primero, y CFK, después, tendrá la oportunidad de encarar el camino de la Memoria, la Verdad y la Justicia Económica (MVJE) y definir entonces qué responsabilidad le cabe a quien, aunque no haya “apretado el gatillo”, concreta con sus decisiones el beneficio de pocos y el hambre de muchos.
Ninguno de todos estos ejes son simples decisiones del Ejecutivo: serán el resultado de la construcción colectiva. El 2011 entonces deberá ser un año para profundizar el proyecto, con responsabilidad militante y cada uno desde su lugar. Personalmente tengo la certeza de que CFK nos volverá a demostrar que siempre está un paso adelante en su intención de avanzar.
* Hernán Letcher
Secretario General de Segundo Centenario
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