¿Reacción humana?
¿De qué tipo de humanidad habla Ricardo Alfonsín cuando dice que la diputada Camaño tuvo una “reacción humana”, al abofetear al diputado Kunkel? ¿En qué quedan los programas contra la violencia en escuelas, intrafamiliar y de género con las justificaciones escuchadas?
Por Silvia Torres
Perdieron definitivamente el rumbo. Es de la única manera que se puede calificar la defensa corporativa que el Grupo A (radicales, lilitos, margaritos, pinitos, peronistas menemistas-duhaldistas y socialistas) hicieron del vergonzoso episodio que protagonizó la diputada duhaldista Graciela Camaño, presidiendo la Comisión de Asuntos Constitucionales, al golpear con una violenta bofetada al diputado Carlos Kunkel (FpV).
Los motivos de la ahora bautizada Mano de Piedra Camaño para ejercer tal abuso de género ya pasaron a lo anecdótico y vale la pena sí tener en cuenta las repercusiones que su conducta provocó entre sus pares del Grupo A, porque las consecuencias sociales que tales opiniones traen aparejadas son imprevisibles. Sobre todo, teniendo en cuenta los ingentes esfuerzos de la sociedad argentina por superar la violencia que jaquea a todos los sectores sociales, como consecuencia del deterioro de la economía, de la vida familiar, de los valores morales que deben guiar la vida social, mancillados en la década perdida.
El radical Ricardo Alfonsín calificó la acción de Camaño como “una reacción humana” frente a lo que calificó una “provocación” del diputado Kunkel. Conclusión: la violencia es sinónimo de reacción humana; ergo, los violentos pueden convivir con quienes controlan sus “reacciones humanas”, sin que se los sancione.
Los “lilitos” fueron más allá –como corresponde a todo lo que proviene de la mano de Carrió-, ya que ella, en tono de festejo, calificó como “una trompada perfecta” porque Kunkel es un provocador y que Mano de Piedra es “una correctísima (¡!) presidenta de la Comisión”. Conclusión: corrección y violencia de la mano; los provocadores merecen ser abofeteados.
A su turno, la ex manzanera y ahora senadora Chiche Duhalde, cual inobjetable experta en la materia, dijo que fue “una piña bien puesta” ya que fue en defensa de “su familia” -como es sabido, para ciertas personas a “la familia” se la defiende incluso con violencia-, al tiempo que el bloque del peronismo duhaldista se expidió por ratificar el respaldo en virtud de “los antecedentes que acreditan su capacidad (la de la golpeadora)”. Conclusión: si se es capaz, no importa si se es violento.Los margaritos, los pinitos y los socialistas le quitaron importancia al golpe, aunque no perdieron la ocasión de destacar la “crispación” del gobierno.
Efectos sociales
Si un/a diputado/a no puede soportar la “provocación”; si la única reacción a la que puede recurrir es un golpe; si los parlamentarios son tan débiles de espíritu cumpliendo tareas en las que se necesita mucho temple y, como se “perturban”, recurren a la violencia, ¿qué se puede esperar de los niños y adolescentes?¿Por qué si una diputada nacional puede tener una reacción (humana) violenta, no lo puede tener un adolescente contra sus maestros, padres y/o sus pares? ¿Por qué son condenables los golpes de un esposo hacia su esposa, de un padre hacia sus hijos, de los hijos hacia los padres y no lo es el protagonizado por una diputada? ¿Por qué se debe sancionar, rechazar, desmontar y desarticular conductas violentas en cualquier ámbito social y no en el Parlamento Nacional? ¿Cualquier ciudadano puede abofetear a diputados/as cuando se sienten afectados por conductas que les resulten inconvenientes? Al final, ¿D’Elía hizo bien en surtir a quién lo agredió verbalmente?
El bochornoso episodio es una nueva demostración de cómo la oposición se esmera en destruir el prestigio que la política logró en los últimos siete años y lejos están los tiempos en que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en su papel de legisladora y presidiendo la comisión que hoy preside Camaño, pidió el desafuero del diputado Luis Barrionuevo, esposo de Camaño, por su manifiesta inconducta cívica en los comicios de Catamarca.
Los protagonistas son los mismos y las diferencias de sus procederes son evidentes: Unos han usado la violencia como herramienta política para alcanzar sus designios a cualquier precio, la otra, ejerciendo una conducta republicana intachable.
Los argentinos deberán seguir expidiéndose acerca de qué esperan de sus políticos. Las elecciones del año próximo serán una excelente e invalorable oportunidad, ya que cada día más, las cartas aparecen con claridad sobre la mesa.
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