sábado, octubre 23, 2010

"Crísis, seguridad y estado de bienestar", por Norberto Colominas




No obstante la millonaria inyección de recursos que han volcado los bancos centrales, en Europa continúa siendo frágil la situación de la banca privada. Aumentan ese malestar las pobres perspectivas de largo plazo del sistema jubilatorio y la amenaza de una recesión que se extienda a toda la zona de euro y provoque una desocupación mayor a la actual, que ya es del orden del 10 por ciento, promedio (en España ya trepó al 19 por ciento). El riesgo inmediato es que las políticas recesivas aplicadas por la mayoría de los gobiernos --en línea con el FMI-- provoquen una deflación importante, con graves consecuencias sobre el empleo. En este contexto el euro continúa siendo una moneda inestable, aunque la fragilidad del dólar evita que su situación empeore.
Este estado de cosas preocupa al gobierno alemán, ya que existe el riesgo de que se reduzcan sus exportaciones intraeuropeas, que son la base de su desarrollo industrial, y por ello mira al BRIC y a América Latina, pero la férrea oposición de Francia a permitir un aumento de las importaciones agrícolas de Europa (que posibilitaría un incremento de sus exportaciones industriales) impide un acuerdo de complementariedad con el Mercosur.
La crisis, que empezó siendo financiera y luego se extendió a toda la economía, afectó, en una primera etapa, a Grecia, España, Portugal e Italia, como reflejo de sus problemas de endeudamiento externo. En algunos países el déficit público tiñe toda la economía, como ocurre en Grecia y Portugal y en alguna medida también en España. Las deudas públicas dominan hoy el escenario económico de Europa; son consecuencia del déficit de las cuentas públicas, y producto, a su vez, del desfinanciamiento del estado de bienestar, que en última instancia es el núcleo del problema.
En Europa cada vez hay más pasivos sobre el número total de trabajadores. La población envejece por la baja tasa de natalidad y el aumento de las expectativas de vida, y también por el desplazamiento de mano de obra que provocan las nuevas tecnologías. El viejo continente se ve confrontado con los límites del estado del bienestar, que aparte de ser excesivamente caro se ha vuelto disfuncional, ya que la amenaza soviética, que obligó a crearlo, ya es parte de la historia. El quid de la cuestión es que la mayoría de las burguesías europeas no está dispuesta a seguir sosteniendo el alto estandar de vida de sus poblaciones, porque esa condición ya no es una exigencia de la seguridad nacional (y de clase).
Aunque comparten la misma crisis, Alemania y Estados Unidos tienen comportamientos diferentes. Mientras la primera exporta bienes al resto de Europa y sostiene su economía en base a la demanda externa, Estados Unidos exporta dinero (en el mayor acreedor del mundo), expande el consumo interno --que financia con emisión; de allí la debilidad del dólar-- y así sostiene buena parte de la demanda mundial. Mientras el mundo continúe dominado por la fracción financiera del capitalismo, Europa, que es básicamente una factoría, seguirá sufriendo la crisis y el euro seguirá en problemas. Por lo pronto, el inevitable retroceso del estado de bienestar hará estragos en el nivel de vida de Europa, en el empleo y en la seguridad social.
NORBERTO COLOMINAS/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails