martes, septiembre 14, 2010

LA JUVENTUD NO ES SOLO LA QUE TOMA ALCOHOL EN LAS PLAZAS. `LO QUE HACEMOS ES UN EJEMPLO PARA PADRES Y DOCENTES´, AFIRMAN LOS ESTUDIANTES QUE JAQUEAN AL GOBIERNO PORTEÑO CON LAS TOMAS NO DESCREEN DE LA POLÍTICA, PERO PIENSAN QUE EL CONFLICTO SE SOLUCIONA “CON MOVILIZACIÓN”. SE REIVINDICAN COMO “HIJOS DE LA CRISIS DE 2001” Y ENCUENTRAN QUE “EL GOBIERNO DE MACRI ES INCOMPATIBLE CON LA EDUCACIÓN PÚBLICA”.



Los estudiantes secundarios que hoy toman escuelas y plantean exigencias al gobierno porteño en materia de infraestructura edilicia, además de becas y viandas para los alumnos de menores recursos, se consideran “hijos de la crisis de 2001”, cuando la debacle económica hizo caer al gobierno de Fernando de la Rúa y el “que se vayan todos” ganó las calles. Aunque hoy algunos de ellos militan en corrientes políticas cercanas al kirchnerismo o a los partidos de la oposición parlamentaria nacional o porteña, de todos modos reivindican “formas de lucha como las tomas o los piquetes” porque guardan un sentimiento de “desconfianza hacia las políticas tradicionales”. Al mismo tiempo, están convencidos –a pesar de sus diferencias– de que las soluciones “no van a venir de las cúpulas sino de la movilización y la lucha”. Por eso, los militantes de las principales agrupaciones que sostienen hoy el conflicto en los claustros repudian la postura de los políticos o sectores de la prensa que cuestionan la politización de los secundarios. “Todos reivindicamos la participación política”, dentro o fuera de los partidos, y “la lucha permanente en defensa de nuestros derechos y de la educación pública”.

Aunque no todos plantean las posiciones más duras, como por ejemplo la que propicia “echar al gobierno de Macri”, sin embargo coinciden en que de no encontrar respuestas satisfactorias a sus reclamos en la reunión del lunes con el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, “el martes vuelven las tomas a los colegios porque nuestras demandas son justas e imprescindibles” (ver aparte). Los que dialogaron con Página/12 fueron Juan Oromí, de la corriente estudiantil Lobo Suelto; Alejandro Furman y Matías Botana, del Frente Estudiantil en Lucha (FEL), y Florencia Sacarelo, de la juventud del MST-Nueva Izquierda.

“En los secundarios hay un activismo muy importante que empezó en 2005, cuando se hizo un ‘estudiantazo’ contra el gobierno de (Aníbal) Ibarra. Eso fue lo que hizo revivir al activismo secundario”, recuerda Juan Oromí, egresado del Nicolás Avellaneda y ahora universitario, que sigue militando en la agrupación Lobo Suelto, que surgió de la fusión de otras dos agrupaciones, Escoria, que fue conducción del Centro de Estudiantes del Nacional de Buenos Aires, y Equis, que reunía a estudiantes de escuelas privadas. Lobo Suelto es una agrupación “de la izquierda independiente”, que agrupa a los que no militan en ningún partido.

Alfredo Furman es militante del Frente de Estudiantes en Lucha (FEL), una escisión –“por izquierda”, aclaran sus dirigentes– del Partido Obrero, y consejero estudiantil del colegio Carlos Pellegrini. “A mediados de 2009 fuimos expulsados del PO y muchos de nosotros estuvimos al frente de lo que fue el gran ‘estudiantazo’ del año 2005.” En estos momentos se están constituyendo “como agrupación política más en general, luego de haber participado durante los años 2007 y 2008 en una campaña por la democratización en los colegios preuniversitarios”.

“Desde el comienzo, nosotros venimos hablando de la necesidad de hacer política en los secundarios, al contrario de los que hoy nos critican por asumir posiciones políticas”, destacó Furman. El estudiante consideró que “la política del gobierno de (Mauricio) Macri es totalmente incompatible con la defensa de la educación pública por la que nosotros venimos luchando”. El FEL es el grupo que levanta las consignas más duras. Una de sus consignas principales es la que habla de “la necesidad de echar al gobierno de Macri”. También denuncian “a los sectores de la Legislatura que son cómplices del macrismo porque votan las mismas políticas”.

Florencia Sacarelo es presidenta del Centro de Estudiantes del Normal 5 de Barracas, y desde hace dos años es militante del MST. “El conflicto actual es muy fuerte. En nuestro colegio llevamos más de once días de toma. Lo que advertimos es que hay un gran compromiso por parte de todos los alumnos, que tienen muy claro que lo que pasa es responsabilidad absoluta de las políticas del actual gobierno porteño. Todos tenemos conciencia de que se trata de un problema político, al que hay que darle respuestas políticas.”

Sacarelo subrayó que, al menos en su colegio, “es muy buena la relación que mantenemos con los docentes y con los directivos del colegio, de manera que nunca hemos tenido oposición por parte de ellos, porque comprenden que lo que pedimos es razonable y necesario”. Para Florencia, los problemas más graves “son los edilicios” y, en el caso del Normal 5, una escuela que tiene cien años, “desde hace dos años no hubo ningún tipo de mantenimiento. Desde que asumió Macri, nadie del Ministerio de Educación se acercó a la escuela para ver en qué condiciones está”.

Oromí afirmó que los agrupaciones que se nuclean en la corriente que representa son “hijos de 2001, en el sentido de que incorporamos, como juventud, un montón de métodos de lucha que aún siguen vigentes, como el piquete. Hoy, hasta la Federación Agraria hace piquetes (se ríe). Nosotros somos los jóvenes que heredamos la desconfianza en la política, sobre todo en los partidos políticos tradicionales, y que no creemos que el cambio pueda venir desde las cúpulas”.

El dirigente de Lobo Suelto puntualizó que la participación en temas políticos “se acrecentó en la coyuntura actual, cuando se advierte una situación de mayor politización de la sociedad a partir del discurso de polarización, entre el Gobierno y el campo, entre el Gobierno y Clarín. Lo que nosotros tratamos de demostrar es que la juventud no es sólo la que fuma porros y toma alcohol en la plaza, sino que la juventud está creando, se está organizando, con sus particularidades, con su creatividad y con sus innovaciones. Ahora se hizo visible”.

Furman puntualizó que la mayor politización de los jóvenes provoca “rechazo en la dirigencia política o en los medios de difusión, y eso se advierte no sólo en la palabra, sino que va acompañada por los hechos. Hay un ataque cotidiano y constante a la juventud. Nosotros participamos, por ejemplo, en el apoyo a la familia de Luciano Arruga (el chico desaparecido luego de ser detenido por la policía en Lomas del Mirador), porque vemos que en el barrio donde vive la familia hay muchos jóvenes que sufren en forma cotidiana el amedrentamiento de la policía, el gatillo fácil. La juventud sufre también a partir del negocio de las drogas, que involucra a la policía y a otros agentes del Estado que se llenan los bolsillos”.

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