martes, agosto 17, 2010

-Explicaciones de los motivos de la carta-
 


 
 
Señora Presidenta
 
En marzo del 2008, cuando usted vino a inaugurar las remodelaciones del Hospital del Pueblo, 20.000 habitantes, sabíamos, que debajo del escenario, desde donde usted cortó la cinta, quedaban sepultados, bajo una loza de 45 centímetros de espesor, la verdadera historia y el destino de miles de nuestros bebés.
 
Su estadía, de tan sólo algunos minutos, fue suficiente para avalar a un puñado de atorrantes que la usaron, como prenda pública, para continuar avasallando nuestros campos y sembrar el “yuyo” de la discordia, o apropiarse de nuestros recién nacidos para venderlos a destinos inconfesables, aprovechándose del hambre y la desesperación de los más humildes de nuestra Comunidad.
 
Todo ese Pueblo señora, confía en que nos comprende más allá de nuestras palabras, no sólo por ser mujer y madre, sino porque usted, estaba enterada, mucho antes de venir, sobre nuestra miseria y dolor.
 
Hubiera sido muy bueno para nosotros, conocerla bajo mejores circunstancias, para brindarle nuestro afecto y hospitalidad, como su Magistratura lo merece, pero no pudimos, la forma violenta en que nos denigraron, al meternos en camiones para llevarnos a recibirla y aplaudir, disuadió nuestra hospitalidad.
 
Deseábamos que nuestro encuentro haya sido más espontáneo para hablar de una manera más digna, pero dado que no fue así, aprovechamos para enviarle un mensaje de nuestro Pueblo Señora:
 
!Nunca¡ y de ninguna manera, formarán parte de nuestra Historia, sino del más tremendo de los olvidos, los que roban nuestras tierras, destruyendo nuestros hogares y sueños, ni los que pisan las tumbas de los hijos de nuestro Pueblo, yéndose luego por las sombras, y dándonos las espaldas como si nada hubiera ocurrido, a pesar que en los discursos digan: “donde hay una necesidad, hay la vulneración de un derecho”.
 
Le pedimos disculpas por haberla interrumpido en sus tareas cotidianas, y nos despedimos de usted señora presidenta, deseándole éxitos en todo lo que usted, como primera Mandataria, ha priorizado, para la defensa de los derechos humanos, de los hermanos de nuestro país.
 
Rogamos a Dios que continúe usted con buena salud y al lado de los suyos.
 
Muchas gracias.
 
El Pueblo de Añatuya

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