lunes, julio 12, 2010

Un ejemplo de militancia y de lucha por la justicia social: Patrick Rice. /////




Patrick era muy alto y de piel rosada. Vestía con modestia y llevaba el pelo desalineado. A pesar de haber vivido muchos años en nuestro país su pronunciación lo delataba: era irlandés. A las reuniones llevaba su agenda, repleta de papeles y volantes, con las hojas llenas de citas, teléfonos y nombres; buscaba un hueco blanco en la hoja, y hacía una anotación. Era un hombre muy activo, que siempre aportaba ideas, y con mucho criterio. Era cariñoso y el buen humor y la risa eran uno de sus rasgos más distintivos. En su casa tenía tres bibliotecas y una terraza llena de plantas y flores. También un perro y varios gatos. Cuando nos invitó, nos homenajeó con achuras, carne y verduras a la parrilla: el mejor asador irlandés de la Argentina.
Era una de esas personas imprescindibles, que siempre van a estar cuando se las necesite, que no especulan y que se movilizan a partir de una profunda sensibilidad social. Un maestro, sin duda.


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Con él transitamos la experiencia de velar por los derechos humanos, desde el año 2007, con Mauricio Macri al frente del gobierno de la Ciudad. Pero su compromiso con los derechos humanos empezó hace mucho tiempo. Como sacerdote trabajó en villas y asentamientos a comienzos de la década del 70, siempre junto a los más necesitados. 

Crítico con la conducción de la iglesia católica, cómplice de las atrocidades que se cometían en nuestro país, fue secuestrado por un grupo de tareas en 1976. La embajada de su país presionó –también la Fraternidad Hermanos del Evangelio Charles de Foucauld, a la que pertenecía-, y fue liberado. Tuvo que irse del país y se radicó en Londres. Con el regreso de la democracia, volvió. Abandonó los hábitos y se casó con Fátima, alfabetizadora y compañera del ODH. Tuvieron tres hijos, que eligieron para sus vidas el mismo camino que sus padres: la militancia por los derechos humanos.

Patrick, entre otras labores destacadas para nuestra ONG, ha sido el autor del prólogo del "Informe anual de la situación de los Derechos Humanos en la Ciudad de Buenos Aires 2009". Allí desplegó -como nadie podría haberlo hecho- algunos postulados memorables: “En la ciudad de Buenos Aires están concentrados los sectores de poder de la Argentina, herederos de la vieja oligarquía porteña, que apoyaron a la dictadura militar y sus políticas neoliberales y luego las reformas de la gestión de Carlos Menem que llevó a la privatización y al desmantelamiento del 

Estado. Estos sectores siempre se han opuestos a la inclusión y a priorizar los derechos humanos en la vida argentina. Y tienen para esta tarea el apoyo de los medios de comunicación tradicionales”. Y también: "Nuestro interés no es hacer un alegato político o jurídico en contra de un gobierno elegido por una gran mayoría, sino denunciar una situación alarmante que es nuestra obligación señalar como personas dedicadas a los derechos humanos." Y por último:”A lo largo de 2008 comenzaron a producirse numerosas situaciones de vulneración de los derechos humanos que inquietaron varios sectores de la sociedad civil. El gobierno de la Ciudad estaba desconociendo los derechos de la mayoría de los ciudadanos y sobre todo los derechos consagrados en la Carta Magna de 1996. Así fue que un grupo de personas de diferentes edades, experiencias, profesiones y orientaciones políticas nos unimos y propusimos la tarea de observar y evaluar la situación de los derechos humanos en la ciudad, tomando como referencia la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

La generosidad de su pensamiento y su destacada experiencia militante fue un invalorable aporte para este Observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad, desde su creación.
Nuestras vidas se iluminaron con tu presencia, y a partir de ahora atesoraremos tu recuerdo. Hasta siempre, Patrick.

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