jueves, julio 08, 2010

(CAPITAL FEDERAL) UNA VEZ MÁS LA TRAGEDIA Y LA MUERTE EN LA "FAMILIA DE LA CALLE" Y EL ASISTENCIALISMO QUE NO ALCANZA///////"LAS FAMILIAS -que viven en las calles porteñas- RECHAZAN LA OFERTA DE ALOJAMIENTO POR DISTINTAS RAZONES", ASEGURÓ LA MINISTRA DE DESARROLLO SOCIAL DE LA CIUDAD, MARÍA EUGENIA VIDAL.

Familias con chicos en las calles, drama sin solución



El domingo murió de neumonía un bebé de 25 días. La gente dice que la asistencia oficial como subsidios o paradores nocturnos no les sirve para salir de la situación en que viven. El Gobierno porteño afirma que les ofrece ayuda pero que las familias la rechazan.





Tiene un año y cuatro meses y jamás tuvo techo . Alan nació en la calle, literalmente. Su mamá lo parió en


una placita del San Cristóbal. Recién al rato los llevaron a los dos al hospital Ramos Mejía, donde su papá, el cartonero Víctor Hugo Bravo (40), declaró como domicilio la casa de un familiar para que les dieran el alta. “Por suerte, tiene buena salud. Los chicos de departamento del barrio andan todos con broncoespasmo, y Alan como mucho se agarra un catarrino ”, cuenta Víctor. Alan crece debajo de la autopista 25 de Mayo, en Rincón y Cochabamba, a apenas dos cuadras de donde vivía Luis, el bebé de 25 días que murió de neumonía, el domingo a la madrugada.

Hace un mes, Clarín contó 10 campamentos cartoneros bajo las autopistas 25 de Mayo y 9 de Julio, entre los barrios de San Cristóbal y Constitución. Algunos son grandes, como el de Caseros y Hornos. Otros están habitados por una o dos familias.

En la mayoría hay chicos . Como en el de Pichincha y Cochabamba, donde vivía Valeria Paola Fernández con Marcos, su pareja, y sus cinco hijos. Luis, de 25 días, era el menor. Ayer, tras la tragedia, en el lugar quedaba un colchón. La familia estaba en un hotel de Sáenz Peña y Pavón.

“Nosotros los conocemos. Paola estaba muy mal por lo que pasó. Ella cuidaba a su hijo: desde que nació que lo llevaba al médico. Pero en la calle a la noche hace mucho frío ”, cuenta la mamá de Alan, Andrea Quintana, de 32 años. Ella asegura que no teme por su hijo. “Lo cuidamos y le damos todas las vacunas. Este es su segundo invierno y está sano”, dice.

En el Gobierno porteño afirman que se habían acercado muchas veces a la familia de Luis, el bebé que murió, pero que nunca aceptó ir a paradores u hoteles . “Las familias rechazan la oferta de alojamiento por distintas razones –dice la ministra de Desarrollo Social porteña, María Eugenia Vidal–. Muchas no quieren trasladarse a los refugios y paradores porque suelen estar lejos de donde ellos viven. Además, a medida que pasa más tiempo en la calle, la familia se va aislando y no quiere convivir en un lugar con muchas personas .
Cuando hay chicos en peligro y se acredita negligencia le damos intervención al Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, que en casos extremos puede decidir separarlos de sus padres. Es una decisión difícil y no se toma de un día para el otro”.

Los Bravo son de Rafael Calzada pero hace tres años Víctor perdió su trabajo en la construcción y no pudieron seguir alquilando. Desde entonces, viven en las calles porteñas, donde varias veces fueron abordados por asistentes sociales. “Nos ofrecieron un subsidio habitacional de $ 600 por mes, pero eso no nos alcanza . Encima, muchos hoteles no te aceptan con criaturas”, comenta Andrea.
En Desarrollo Social explican que otorgan subsidios de hasta $ 700 , aunque en casos especiales, como el de las familias numerosas, pueden ser mayores. “Además, nuestros equipos gestionan el acceso a algún hotel que los reciba”, asegura Vidal.

La Ciudad cuenta con siete paradores con capacidad para 1.400 personas. La misma cantidad de gente que, según el censo oficial de 2009, vive en la calle. Pero cada noche se ocupan sólo el 85% de las plazas de los paradores.
“El problema es que hay paradores para mujeres y para hombres y nosotros no queremos separarnos –explica Víctor–. El sistema no está pensado para una familia. Además, abren sólo de noche. De día te las tenés que rebuscar en la calle. Y nosotros preferimos quedarnos acá, para no perder nuestro lugar debajo de la autopista ”.

“Sí, el sistema era así, pero el año pasado abrimos un parador para familias en Costanera Sur –dice Vidal–. Tiene 140 camas, pero no todas las familias que viven en la calle están enteradas de que existe. Cuando tenga todas las vacantes cubiertas, vamos a abrir más paradores de este tipo”.
El parador para familias está en avenida España 2265 y funciona las 24 horas. “Ahí trabajamos para regularizar su documentación y para escolarizar a los chicos . También les damos asistencia médica. Y después trabajamos en un plan de reinserción , con acceso a programas de empleo y a un subsidio habitacional”.

La familia Bravo insiste en que las soluciones oficiales no les sirven. “Sería mejor si nos dieran materiales para construir nuestra casa, porque unos conocidos nos cedieron un terreno en Fiorito”. Vidal dice que no dan materiales, pero que sí pueden entregar el subsidio todo junto. “La normativa indica que pueden darse hasta $ 700 mensuales durante seis meses, renovables por cuatro más. Si la familia acerca una propuesta para solucionar su situación habitacional, nosotros podemos darles los $ 7.000”, asegura.
Pero en la calle existe la idea de que los trámites son engorrosos. “Hay que ir de un lado al otro y perdés un montón de tiempo”, dice Víctor, que solía trabajar como “hormigonero” y ahora se dedica a cartonear en la zona fabril de Parque Patricios. Así gana unos $ 60 por día. “Gastamos mucho en pañales –cuenta–. Y en comida, pero menos porque los comerciantes de la zona me dan verdura y carne, a veces a cambio de que yo les haga la limpieza”.

Es que la familia Bravo está bien integrada en el barrio. Los vecinos les piden que les cuiden los autos y algunos hasta se sientan a tomar mate con ellos. “ Nos bañamos en el club de acá enfrente –señala Andrea–. A la noche, cerramos una especie de carpa con frazadas para dormir. Para nosotros, lo más difícil de vivir en la calle es no tener intimidad. Y para Alan, no poder caminar o correr solo, porque pasan autos y es peligroso”. Víctor asiente y agrega: “En cuanto te distraés quiere jugar con el agua sucia del cordón”. Mientras, Alan duerme plácido en los brazos de su mamá. No parece extrañar una casa. Porque nunca la tuvo.
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