Ghilini sostiene el respaldo al modelo implementado en el 2003 para lograr una mejora sustancial en el poder adquisitivo de los trabajadores. Apunta contra los sectores opositores de derecha pero festeja que sus representantes sean encarnados por ellos mismos.
–¿Qué objetivos estratégicos se plantea la CGT?
–La CGT tiene como objetivo estratégico lograr el más amplio bienestar de todos los trabajadores en el marco de una sociedad en la que impere la justicia social. La consecución de esa meta hoy pasa por defender y profundizar el modelo implementado por el gobierno actual. Defender este modelo implica asegurar las conquistas obtenidas y seguir adelante para resolver los problemas estructurales aún pendientes. Hay que solucionar el problema del empleo informal, situación que afecta a casi el 40% de los trabajadores. Se debe aspirar al pleno empleo, al empleo de calidad, con buenas condiciones laborales y salarios dignos con mayor poder adquisitivo.
–¿Cómo se logra ese objetivo?
–Puede alcanzarse profundizando el modelo instaurado desde el 2003, no retornando a las recetas neoliberales que proponen casi todos los opositores. Por eso el movimiento obrero está demostrando su voluntad de incidir en el ámbito político, sin que ello signifique limitar esa participación a la exigencia del 33% de la representación parlamentaria de un partido. Así como el MTA direccionó sus luchas para cambiar el modelo imperante en los ’90, hoy la CGT concentra sus esfuerzos en la defensa y la profundización de este modelo alternativo. Esta CGT es oficialista del modelo, no del Gobierno.
–¿Qué opina sobre la dispersión del movimiento obrero?
–Me disgusta que no exista unidad orgánica de todas las entidades de trabajadores. Pero si recorremos la historia del movimiento obrero argentino, podemos constatar que esta situación se ha dado siempre. Aún así, creo que la unidad en la acción y en la defensa de los intereses de los trabajadores es lo más importante. En el seno de la CGT no todos pensamos igual y eso no está mal, porque la unidad también se plasma en la diversidad. Lo verdaderamente trascendente es que todos tengamos en claro quién es el enemigo principal. Hugo Moyano siempre dice: “Mi preocupación es que me apoyen los trabajadores, jamás cedería en mis posiciones ideológicas como precio por tener a todos adentro”. Esta afirmación es altamente ponderable porque viene de un líder que se opuso tenazmente al neoliberalismo cuando en la sociedad argentina campeaba el pensamiento único. Moyano es el líder indiscutido de la CGT porque es un claro emergente de esas batallas y de esa lucha inclaudicable contra el modelo neoliberal. En cuanto a los compañeros de la CGT menos comprometidos con la conducción, por respeto, nos los llamo “gordos” ni “independientes”, porque esas son calificaciones instaladas por los medios. ¿Qué derecho tengo para impugnar su representatividad, cuando la misma surge de la voluntad de los trabajadores de su propio gremio?
–¿Por qué no los califica?
Es muy gorila, muy autoritario, abrogarse el derecho a denostar a otros dirigentes sindicales. Eso que corra por boca de los enemigos de los trabajadores que están acostumbrados a criticar al movimiento obrero, a sus organizaciones y a sus dirigentes sindicales. En realidad lo que critican es el modelo sindical argentino, y lo hacen porque es un ejemplo bien ponderado por la mayoría de los trabajadores del mundo y muy eficaz a la hora de defender los intereses de la clase obrera. Claro que es perfectible, pero de ninguna manera aceptamos que desde afuera se le imponga un modelo distinto a los trabajadores.
–¿Quiénes son?
–Los mismos medios que atacan el modelo sindical de la CGT, nada dicen sobre las formas en que el empresariado se organiza, ni de la manera en que elige a sus dirigentes. Con tal de atacar al modelo sindical argentino encarnado en la CGT llegan a ponderar la acción sindical de organizaciones de la izquierda que pretenden retrotraer al movimiento obrero a la situación de hace seis décadas, la que por más épica que haya sido, era derrotada una y otra vez por las fuerzas conservadoras.
–Llegar a participar del 50% del PBI, ¿es una meta de los trabajadores alcanzable al corto plazo?
–Con la crisis del 2001 la participación de los trabajadores tocó su piso más bajo. Los modelos económicos implementados en la Argentina desde Krieger Vasena a Cavallo, pasando por el también nefasto Martínez de Hoz, han conspirado contra los legítimos intereses de los trabajadores y generado brechas de desigualdad social sin precedentes. Durante los últimos siete años ha ido mejorando la participación de los trabajadores en la renta nacional, pero aún estamos lejos de alcanzar el 50 por ciento. Durante sus 200 años, en la Argentina sólo se superó el 50% del PBI para los trabajadores durante las presidencias de Juan Domingo Perón. Nunca los trabajadores vivieron mejor que en esos períodos.
–¿Cuál sería el ideal?
–Si hablamos de una meta no se trata de anclarse a un porcentaje. Hay países desarrollados donde la participación de los trabajadores en la renta nacional supera con holgura el 50 por ciento. Lo que hay que lograr en la Argentina es una mejora sustancial del poder adquisitivo de los trabajadores que exprese un cambio cualitativo que nos acerque a la justicia social.
–¿Qué opinión le merecen las declaraciones de Héctor Méndez de la UIA, quien afirma que la carrera de aumentos de salarios nos está llevando a una psicosis y a una espiral inflacionaria?
–Son desafortunadas. Porque él sabe muy bien que el tema salarial es de paritarias y por sector. Ningún empresario otorga aumentos más elevados que los que puede pagar. En las paritarias los trabajadores reivindican su poder adquisitivo y obtienen lo que pueden en acuerdo con las patronales. No generan inflación y de ninguna manera se trata de una psicosis. Los gremios que acordaron mayores incrementos salariales son aquellos que percibían sueldos más bajos, que estaban muy retrasados. Un trabajador que cobraba $1.500 y obtuvo un incremento del 40% que le será pagado en dos o tres etapas, llegará a percibir dentro de un año la suma de 2.100 pesos. ¿Alguien puede pensar seriamente que esto es un exceso, que puede generar una psicosis o una escalada inflacionaria?
–¿Qué objetivos puede concertar la CGT con otras organizaciones sociales?
–La defensa y profundización del modelo actual no sólo incumbe a la CGT. Hay muchas organizaciones sociales y políticas que reivindican el mismo objetivo. Se trata de conformar un Frente Nacional y Popular que exprese esas alianzas políticas y sociales.?Esta idea no puede confundirse con formas organizativas que aspiren a la fusión de organizaciones, tiene que darse como una alianza tras objetivos programáticos comunes y respetando la diversidad de sus componentes. La CGT no pretende –como lo hace la CTA– llevar a su seno a otras organizaciones sociales.
–¿Están dadas las condiciones para convocar a un Consejo Económico y Social?
–No. Las condiciones para ello aún no están dadas, hay sectores de la industria y del agro que no están maduros para acordar un proyecto de país con visión nacional y de largo plazo. Pero esas condiciones hay que crearlas, hay que concebir un CES permanente, no solo para los momentos de crisis sino también para los de apogeo. Los argentinos debemos empeñarnos en la construcción de un proyecto nacional.
–¿Qué opina sobre la crisis europea?
–Era de esperar que esto sucediera. Nosotros pasamos por algo muy similar en el 2001, puesto que la Argentina fue precursora de la locura neoliberal. Las mismas medidas de ajuste que se quieren implementar en Europa son las que aquí fracasaron rotundamente. Pero no creo que los que aconsejan la aplicación de esas recetas lo hagan por ineptitud. Creo que, como aquí, en esta crisis europea hay grandes ganadores, especialmente los sectores del capital financiero concentrado.
–¿Cree que el modelo neoliberal puede volver a implantarse en la Argentina?
–Sí, lamentablemente. Las elecciones del 2008 han demostrado que el poder del establishment, en complicidad con los medios hegemónicos de comunicación, puede instalar una realidad virtual que haga que el electorado tome decisiones en contra de sus propios intereses y de los del país. El bombardeo mediático a veces no permite vislumbrar los logros alcanzados. Tampoco permite reconocer que las causas de la mayoría de los problemas reales que aún nos aquejan se asientan en las políticas neoliberales de décadas pasadas. En este sentido, nos preocupa que no haya en el arco político opositor, representantes que expresen los verdaderos intereses nacionales. Nos preocupa, también, que se utilicen temas sensibles como el de la inseguridad para hacer campañas demagógicas.
–¿Generó cambios esto?
–Hay que reconocer que el proceso de cambios profundos ha obligado al establishment a mandar a la arena política a muchos de sus propios integrantes. En otras épocas les bastaba con sólo recurrir a políticos profesionales. Ahora, en cambio, vemos a empresarios como Macri, De Narváez y a muchos patrones ruralistas, a pesar de sus torpezas, participando en política y defendiendo personalmente sus privilegios. Es lamentable que la oposición se empecine en debilitar al único proyecto político nacional y popular que ha surgido en el país en los últimos 35 años.
–¿Cómo está impactando la Asignación Universal por Hijo?
–Es una medida formidable. La matrícula subió casi un 25 por ciento. Ahora hay que enfrentar los problemas de infraestructura que ello supone. Pero nos da mucha alegría que los pibes que andaban cartoneando se estén educando. También que estén vacunados y recibiendo atención médica como resultado. La Argentina fue siempre un buen modelo de ascenso social gracias a la educación, sobre todo cuando la misma era sinónimo de una buena integración socioeconómica. El que estudiaba sabía que como resultado de esos estudios obtendría un empleo acorde a sus aspiraciones. Lo que vimos en las últimas décadas fue la desnaturalización de ese modelo, puesto que el ingeniero podía terminar conduciendo un taxi y el tornero atendiendo un quiosco. Si al actual modelo socioeconómico lo dotamos de un sistema educativo acorde, podemos alcanzar los mejores resultados y garantizar el futuro de la Argentina.
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