El Bicentenario de la Revolución de Mayo encuentra al campo popular remontando, como entonces, su esperanza hacia un mundo de verdadera justicia y auténtica libertad. Si algo permite parangonar ambas épocas es la lucha contra el gran poder económico y sus servidores, que Mariano Moreno sintetizaba en aquello de que “las fortunas agigantadas de pocos individuos no sólo son perniciosas sino que auguran la ruina de la sociedad civil...”, como escribió en el Plan de Operaciones.
Como siempre, la Sociedad Rural y los grandes consorcios nativos y extranjeros, con al apoyo de los poderes mediáticos, intentan interrumpir la marcha de un Gobierno que avanza, especialmente en los últimos meses, hacia la consolidación de una vocación nacional y popular. Y otra vez, al igual que aquellos “chisperos” del año 10, con nuevos Frenchs y Berutis a la cabeza, los trabajadores nucleados en la CGT, el sector de la CTA de Hugo Yasky y los movimientos sociales se constituyen, junto a los sectores populares de la clase media, en la columna fundamental de un futuro mejor. Ese es el pueblo que ha colmado calles y plazas en la semana de Mayo. Las banderas de San Martín y Bolívar ondean otra vez...
La confluencia y articulación de todos los sectores del campo popular resulta fundamental en esta lucha y de allí la necesidad de quebrar la dominación que la nueva oligarquía ejerce todavía sobre gran parte de la clase media. Alcanzar este objetivo encuentra obstáculos, pues si bien esos sectores han mejorado su situación económica respecto a los años anteriores al 2003, sobre ellos opera la superestructura ideológica montada por la vieja oligarquía desde hace décadas para nublar su entendimiento. La historia mitrista, aggiornnada pero no cuestionada por “los modernos” de la Historia Social y extendida a su vez a los nombres de calles, plazas y monumentos, la economía liberal difundida largamente por los medios de comunicación tradicionales, la acción deletérea de algunos filósofos de moda, estilo Aguinis o Kovadloff, en las complacientes entrevistas de Mariano Grondona en lo político, o de Cristina Mucci en lo literario, apuntalan todavía los viejos mitos en los cuales importantes sectores de la clase media encuentran base para su status. En ello se nutren para tomar distancia de “las clases subalternas”, como las catalogan los universitarios y aún cuando a menudo no tienen ingresos muy superiores, aspiran a una identidad con la clase alta basándose en que son de tez blanca, de cultura enciclopédica (quesin embargo ignora lo elemental de su país y de su historia) y presumiblemente éticos según una valoración hipócrita que deja manga ancha para evadir impuestos o robarse ceniceros y cucharitas en los viajes turísticos.
Sin embargo, en esa tarea de lograr el apoyo de los sectores medios, el Gobierno de Cristina Fernández está haciendo lo suyo, de manera consecuente, a partir del segundo semestre del 2009. En las ultimas semanas ese rumbo se ha manifestado a través de varias medidas: la transferencia a planta permanente de la administración pública del personal contratado que hace mucho tiempo reclamaba por esa estabilidad, la refinanciación de la deudas de las provincias con el Estado Nacional, la concreción de acuerdos económicos con Vietnam y la ratificación de la política por la unión latinoamericana expresada tanto en su participación protagónica en los actos del Bicentenario en Venezuela, como asimismo en la designación de Néstor Kirchner como secretario general del UNASUR, reconocimiento importantísimo por parte de los presidentes de esa organización, que desmorona la montaña de injurias y descalificaciones lanzada por la oposición, y especialmente por Elisa Carrió --convertida en mascarón de proa de la derecha-- contra el ex presidente.
Por otra parte, la dirigencia opositora se encarga de ayudar a desmitificar y muestra periódicamente su feo rostro, aunque vanamente intenta disimularlo los reportajes sin repreguntas de los Morales Solá, los Van der Kooy y los Tenembaun, entre otros. Se destaca, en este sentido, Mauricio Macri, quien ha alcanzado la máxima expresión en esto de poner al desnudo las posiciones reaccionarias, anticipando --para el caso de una supuesta presidencia-- desalojos, escuchas telefónicasilegales, censura de libros, represión, lo cual ha conducido a su procesamiento. Frente a esta calamidad de someter a juicio al jefe de Gobierno de la Ciudad, Clarín ha sostenido con entusiasmo: “Los jefes de la oposición también creen que (el procesamiento de Macri por el juez Norberto Oyarbide) es una maniobra K” (16/5/2010) y ha publicado las fotos de Eduardo Duhalde, Carrió, Francisco de Narváez y otros políticos que se solidarizan con el inculpado, así como también la “preocupación” de la diputada Silvana Giudici y el diputado Federico Pinedo (PRO). La irresponsabilidad --y también la ideología-- del jefe de Gobierno, que provoca simpatías en el resto de la oposición de derecha, se puso de manifiesto en estos días cuando denunció que “todo esto es un ataque ridículo de Kirchner”.
Por su parte, el presidente de la Unión Cívica Radical, Ernesto Sanz, le ha enmendado la plana a aquel desprecio del diputado Sanmartino, en los años ’40, respecto al “aluvión zoológico”, al señalar que resulta un gasto inútil la Asignación Universal por Hijo pes los trabajadores son tan bárbaros que utilizan ese subsidio para consumir más droga o para dedicarse a los juegos de azar (Tiempo Argentino, 16/5/2010). De esta manera el radicalismo anticipa la abolición de dicha conquista -en el supuesto de llegar al poder- pues esta opinión coincide plenamente con la propuesta de achicar el gasto público y enfriar la economía que sustentan otros dirigentes. Sanz no se ha enterado que el inmediato efecto de esta política inclusiva fue el aumento de la matrícula escolar en un 25 por ciento o simplemente no le interesa, pero nos alerta que combatirá la droga y el juego aboliendo la AUH. Le agradecemos mucho la sinceridad pues ahora algún distraido sabrá a que atenerse.
Asimismo, Carlos Reutemann -otro presidenciable, aunque promete no presentarse- es denunciado por haber eliminado archivos, en enero de 1992, para “encubrir” documentación probatoria de la represión bajo la dictadura genocida. (Miradas al Sur, 16/5/2010). Y ese sentido, también al monstruo mediático se le están cayendo los afeites de la “prensa libre”, cuando aparece en las pantallas televisivas el siempre misterioso negocio de la fundación de Papel Prensa, y ante la acusación de la Comisión de Valores de Estados Unidos al grupo financiero Goldman Sachs por fraude y ocultamiento de información en el escándalo de las hipotecas basura. Clarín ha dado la noticia en la columna Claves del 17 de abril último reconociendo que ese banco -con más de 20.000 empleados, que viene operando desde 1869- habría defraudado “a sus clientes al venderles productos, que derivan de hipotecas, sin informarles del riego que corrían y cuando la crisis ya se conocía” (Clarín, 17/4/2010). Pero lo que el pasquín de la señora Noble no dice es que Goldman Sachs es su socio y tiene el 18 por ciento de las acciones del grupo, lo cual ayuda a explicar su beligerancia con los gobiernos de los Kirchner, corresponsables (junto con Chávez y Lula) del hundimiento del ALCA en Mar del Plata, y después de la estatización de los recursos de las AFJP, otro golpe al capital financiero.
Otra información que los medios de comunicación no han podido disimular es la nueva debacle del neoliberalismo, esta vez en Grecia, que se extiende como una mancha de petróleo hacia España, Portugal e Italia, lo que ha provocado la caída del euro, mientras en la Argentina se manifiesta un proceso inverso de recuperación que ha permitido que los efectos de la crisis económica mundial del 2009 fueran controlados mediante medidas anticíclicas sin que se generaran consecuencias laborales y sociales negativas.
Este conjunto de hechos debe estar siendo comprendido por los sectores medios y debilitando, en cosnecuencia, su antikirchnerismo, giro que se empieza a advertir en el mayor número de participantes en las concentraciones populares (o en sucesos insólitos, como la concentración espontánea provocada por el programa televisivo 6-7-8 que se emite por el Canal 7), así como en la disminución de la venta de Clarín que puede comprobarse a ojos vista en un simple muestreo de las altas pilas que restan vender en los kioscos, ya pasado el mediodía.
Recibimos, pues, el Bicentenario con entusiasmo. Nos reencontramos con nuestras raíces populares; nos reconocemos en la manifestación de los pueblos originarios que integraron este festejo; bregamos para que la Corte Suprema destrabe la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de modo que sean muchas las voces que acompañen este proceso de cambio; y levantamos de nuevo la esperanza con la convicción de que sólo el pueblo --aquel de 1810 y éste del 2010-- es el gran protagonista de los avances hacia una sociedad más justa y más libre.
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